BARRO Y LLAMA
(Un canto al drama existencial)
FRANCISCO FENOY
PRÓLOGO
Hay una
historia del devenir humano en el poemario de Francisco Fenoy que el autor
estructura en tres libros distintos. En
el primero, "El sueño de una sombra en brazos de la noche", traza una historia, diría que anónima, casi sin
sujeto, puesto que el sujeto es toda la
humanidad. En sus poemas se desgranan las grandes etapas que han determinado
esa historia. Sus sujetos abstractos,
categóricos (en la medida en que
elevados a "categorías"), "Carne que busca... "Grito que pide... "Don que transmite... "Verdad que da... "Así la luz..., son a la vez el síntoma
y la razón profunda que ha determinado el devenir de esa misma historia. Sus plurales genéricos quieren establecer lo
conceptual, lo abstracto de cada idea. No se habla de mi ansiedad o la tuya,
sino de "ansiedades", no se habla de tu cuerpo o el mío, sino de
"cuerpos" ("cuerpos entrelazados"), de mi soledad o la tuya
sino de "soledades" ("soledades vivas")
La parte central del Poemario de
F. Fenoy, "Francisco de
Asís", constituye un a modo de
paréntesis meditativo sobre la actitud
de San Francisco de Asís, el "pobrecillo" de Asís, que a caballo de
los Siglos XII y XIII reformó el espíritu de las ordenes religiosas medievales
con el ejemplo de pobreza extrema de los Franciscanos. El título de todo su
poemario "Barro y Llama"
parece surgir de esa idea de pobreza material que sea síntoma de una riqueza
espiritual e interior. Muchos de sus conceptos podrían referirse también a la
ascética y a la mística castellana del Siglo XIV. También como alternativa a
ese drama existencial humano.
En la tercera parte , "El
miedo a la libertad", inevitable la
referencia al psicoanalista y sociólogo alemán Erich Fromm (que, desde planteamientos
marxistas, en contraposición a T. Adorno
y H. Marcuse se opuso tanto a los planteamientos y análisis capitalistas como a cualquier práctica totalitarista ), también F. Fenoy propone otra vía, precisamente la de
la poesía, para plantear el significado de la libertad para el hombre en su
devenir histórico y en concreto para el hombre actual: "... cegado a todo lo que la tierra
enseña. Se encierra vivo, sin sentir la energía abierta hacia los
cielos" y en la medida en que la
libertad sea aun un logro por llegar. No la libertad tal y como la propone
convenientemente a sus intereses la alienante sociedad contemporánea sino la libertad precisamente para emanciparse de esa
alienación del sistema y la búsqueda de verdaderos valores individuales y
sociales y la esencia auténtica de la
existencia humana.
De ahí el Epílogo que el autor
propone como balance de su poemario: “...y sigue andando, extraviado en la
noche mientras la herida vive".
"... Y se levantan peleando en la marcha, ala o estrella. En la
llamada nueva de la nueva canción"
Lo directo de la división estrófica de la que se vale, breve en el número de sus versos e insistente
en el recurso eficaz de la repetición del mismo verso
al final de cada estrofa :
"Mas allá de los límites",
"Por tanta bendición" , breves también los números de sus
sílabas con una combinación de pentasílabos,
hexasílabos, heptasílabos, que van cambiando la acentuación y alterando
el ritmo a la par que se suceden a veces por ese orden como en un crescendo
afirmativo, determinan el estilo coherente de que el autor dota a todos sus poemas. Porque a pesar de la
división en tres libros distintos
"Barro y llama" es en
realidad un único poema de clara y deliberada continuidad. Lo prueba así su
único epílogo.
La poesía de Francisco Fenoy es
una poesía de conceptos; diría que es una poesía de la abstracción. Desde un cierto tono épico, efectivamente hay
un esfuerzo por parte de su autor de extraer, de su propia temática, una serie de conceptos genéricos que, en su
carácter grandioso, muy por encima de lo
anecdótico llegan a establecer categorías generales de gran amplitud con la
cualidad de lo objetivo y lo universal.
Alfredo Piquer Garzón. Mayo 2008.
EL
SUEÑO DE UNA SOMBRA EN BRAZOS DE LA NOCHE
1
Siguen
andando
en marcha
enardecida
y a cualquier
hora,
por la densa
sabana.
Delante de
ellos,
esos campos
que anhelan.
Líneas y
signos
de tierra
olor de sueños,
que arden la
sangre
y enmudecen
la voz.
Se juntan y
unen
y pasean
imágenes,
en viva
llama;
que erigen y
establecen.
Esencia y
centro
que acallan
otros ecos.
Pueblan la
tierra.
Mientras los
corazones,
idean los
deseos
en río
inagotable.
2
Arde la
lámpara:
Alimento que
nutre
el puro
enigma
que sagrado
penetra
a tiempo de
esperanza.
Son los
espíritus:
Un dibujo en
la herida,
que vivifican
íntimo
sentimiento
a tiempo de
esperanza.
Aguas
profundas
que corren
sin parar
a nuevo
ritmo,
que anhelan y
conducen
a tiempo de
esperanza.
Mundo de
estrellas
que vienen de
otro brote.
Y con el
verbo,
que quieren a
esta vida
a tiempo de
esperanza.
Y de otra
vida
poseída en el
Hombre.
Que de su
fruto
sin límite ni
fin,
en manifiesta
danza.
3
Esta
esperanza
a la vía sin
fin,
llama a la
puerta.
Son tan
fuertes los golpes
que las
piedras levanta.
Desconocida,
la sustancia
que hierve
y misteriosa,
como cielo
tan lejos,
como espejo
quebrado.
Muro desnudo
que palpita
en la noche.
Avivan ritmos
que demandan
imágenes
a espacio
imaginario.
Cocción de
molde
de sentirse
adentrarse.
Supremo
objeto,
que se postran
y honran
y bajan las
cabezas.
Ardiendo en
llamas,
en la que se
refrescan
en esta vida:
tan egoístas,
débiles,
tan
simplemente humanos.
4
Sienten la
tierra
desnuda y se
conmueven.
Fuente
cerrada,
para vivir la
muerte
del pozo de
los sueños.
De par en par,
abierta está
la puerta.
Como una luz,
avanza un
mundo limpio
conforme a sus
demandas.
Y suman glorias
a la imagen
que adoran,
en una sed:
que recogen
de un mar
que se pierde
en la bruma.
Y dicho culto
van trazando
en el tiempo.
De alianzas
que
renuevan de
alimentos,
con funciones
y ritos.
Lado de vida
que les ligan
al voto.
Cantos que
elevan
de alabanzas
de fe,
a que Dios
sea suyo.
5
Cantos que
elevan:
gotas de las
orillas
del corazón
en el pálido
azul,
con la luz de
cada una.
Sueños que
incendian
a la nada y
la pueblan:
Ordenación
de infinitas
estrellas,
con la luz de
cada una.
Por todas
partes,
las heridas y
el viento
urden y fijan
conceptos de
la vida,
con la luz de
cada una.
Cogen y
juzgan
ideas con su
regla
el
sacerdocio.
Y llenan el
vacío,
con la luz de
cada una.
Dando su
fruto
de verde
primavera,
sembrado
cauce.
Las casas se
repiten,
con la luz de
cada una.
6
Sembrado
cauce
en blindaje
abrasado
de sombra y
sed…
abrían el
camino
hacia los
corazones.
El hambre de
ella,
hambre de no
morir,
se torna en
sí
en amoroso
vínculo
de la sombra
y la idea.
Y encadenados
a una sombra
de garras;
los huesos
toman,
viven, clavan
y fijan,
la sustancia
inmortal.
los cuerpos
vivos
labrados se
maduran
en igual
modo.
Consistencias
de fuego
que quieren,
piensan, sienten.
Y el Hombre
queda,
una sombra de
sombra
que se
renueva;
continuamente
lleno
de un rumor
de aire y miedo.
7
No le
complace
la idea del
Dios de la idea,
y se renueva
con su grito
de sombra,
que atesora y
le mata.
Grito que
pide,
cuerpo de luz
humana.
Que el Hombre
viva,
se mueva y
sienta, a Él;
con vida
transformada.
A Él con
presencia,
y consuele su
anhelo.
Guía de amor
que lleve su
lamento,
de sed que no
se apaga.
Corazón firme
a riqueza
interior.
Lenta
fragancia,
a sonidos que
suenen
a
trasmigración de “ánimas”.
Tal es la
lucha
del terrible
misterio.
Carne que
busca:
Dios del amor
humano,
Dios del amor
que salva.
8
Así la luz
del sueño de
una sombra
en brazos de
la noche.
Así la luz
las miradas
heridas
desnuda cada
día.
Así la luz
el corazón
levanta
ya sediento
de amor.
Así la luz
afirma la
sustancia
del Dios que
sufre y muere.
Así la luz
camino de la
gracia
lavada por el
fuego.
Así la luz
lo eleva a
compartir
al Cristo
salvador.
Así la luz
que a él
torna ya viva
le purifica y
salva.
9
Así la luz
alcanza el
mismo vuelo
y une al Hombre
con Dios.
Ancho
misterio
que el Hombre
absorbe y llega.
Siendo Uno el
mismo Hombre.
FRANCISCO DE ASÍS
1
Como es amor,
hay una voz
que le llama
e incendia su
ánimo.
Y consagra su
afecto
a tanta
bendición.
Pleno se
ofrece
como fruto
maduro
de árbol
plantado.
Deja casa y hacienda
por tanta
bendición.
Toda la
sangre
ciega de amor
por Él.
Tiempo de luz
que le aviva
la llama
de tanta
bendición.
Don que
transmite
como
manantial de agua
que fluye y
corre,
al deseo de
un Reino
de tanta
bendición.
Verdad que da
vida viva a
los vivos.
Y en él
asciende
a perfecta
alegría
de tanta
bendición.
2
Mortificado,
sin comer, sin
beber;
fiada su vida
a la divina Cruz,
dejando el cuerpo
a Él.
Y el tan devoto
pobrecito
Francisco,
siente el
consuelo;
a deseos venidos
del reino de la
gracia.
Como sarmiento
de la verdadera
vid,
salud y gloria
a corazón abierto
le fueron revelados.
E iluminado
el amigo de Dios,
en noble afán
de alegría
constante,
se corona de
gloria.
Llama de amor
levantada a los
cielos,
que alcanza el
fruto
de claridad y
luz,
en arrebatado
éxtasis.
3
Y ve entre
sueños
-hijo de la
visión-
lo que
demanda,
el camino que
lleve
a comenzado
viaje.
Ve al deseado
encima de la
escala.
Y se le
muestra
guiándole en
vía recta
de comenzado
viaje.
Y se consagra
debajo de la
noche,
a tanto
cielo;
ya dentro de
la alianza
de comenzado
viaje.
Lleno de
gracia
porque le ha
visto el rostro,
sigue su
rumbo
al alimento
azul,
de comenzado
viaje.
Feliz de
verse
amado por la
luz:
Alas desea
para ir a
tanta gloria
de comenzado
viaje.
4
Y consagrado
a la luz de
la muerte,
yace en la
cama.
Silencio
amurallado
sin sentir a
la tierra.
Último trance
henchido de
misterio:
De un
torbellino
rodeado en
tinieblas,
donde busca
al Señor.
Ir al
encuentro,
Del que manda
en las cosas
de noche y
día,
y reduce a la
nada
la herida del
costado.
De tanto
brillo
como el oro
en el fuego,
es complacido.
Con humildad
se ofrece
en presencia
de todos.
Y sometido
recoge el
Sacramento,
que llega y
une;
donde se
aprecia al fin,
pozo del Dios
viviente.
5
1
Clavado el sueño
en camino
interior.
Rico tesoro
al que no
llega nunca,
su inacabable
anhelo.
2
¡Ay! sombras,
sombras,
plenas de
barro y llama;
presas rodáis
de soledades
vivas,
debajo de los
sueños.
EL MIEDO A LA LIBERTAD
1 –del
masoquista común-
El mundo
sólo,
a un cielo
encarnizado:
que
adentelladas,
taladran y
devoran,
más allá de
los límites.
Sombras
heridas,
a intentos no
logrados
de aquel
olvido:
exhiben
dependencias,
más allá de
los límites.
Aires que se
abren
a toda
influencia mágica:
-real o
supuesta-
de dominios
vivientes,
más allá de
los límites.
Puente de
plata
que suaviza
el asalto:
El humano uso
a
entrelazados cuerpos,
más allá de
los límites.
Calor y luz
en lastimada
carne
que bebe
muerte
viviendo
porque muere,
más allá de
los límites.
2 -de un sádico con proyección social-
La sed avanza
perdida entre
las dunas.
Constante
línea
que orienta
la impotencia
a todos los
venenos.
Día tras día
el malestar
revive
entre las
venas,
donde brota
la herida,
siempre viva
y penosa.
Con firme
suelo
en la
desesperanza,
hace su nido
y lo eleva y
dibuja
en la propia
memoria.
En la emoción
de imanes y
temores,
la vida
entrega,
siguiendo la
canción
del propio
descontento.
Ciego y azul
con secreta
doctrina
se siente un
ídolo
del grupo que
lidera,
y da luz a la
sangre.
3 -de un sumiso autómata-
Cielo
desierto.
Sólo queda la
tierra
y su dolor.
Donde quema
la herida
sin ninguna
esperanza.
La estrella
pierde.
Quien desoye
los cantos
propios y
ajenos.
Donde se
muere el llanto
sin ninguna
esperanza.
Oscuro
huésped
que oxida las
cadenas.
Sustento
firme
que mantiene
la noche
a su simple
consuelo.
Hubo y
retiene
rescoldo sin
memoria.
Sangre tapada
a dudas y
sospechas
de su simple
consuelo.
Y se alza y
brilla
pedante por
el orden.
Donde
subsiste,
sosteniendo
el afecto
como sola
sustancia.
4 -de un compulsivo-
Llagas
abiertas
de ansiedades
de alivios.
Siempre
penosas,
bajo la
sangre esperan
el sueño
alimentado.
Donde se
obligan
así mismas en
algo
de aquellos
fines,
que ni
escaparse pueden
de obrar en
los intentos.
Se arrastran
ciegas
hacia unos
nuevos vínculos,
que van
ganando
en búsquedas
continuas
que consideran
propias.
Beben la
savia
de viento no
acabado:
Mudo delirio
de obsesiones
que fraguan
al estímulo
ajeno.
Confusa luz
de vértigo y
memoria.
Donde
concluyen,
todo lo que
compone
la habitación
cumplida.
5 -de un narciso-
Un ser
aislado
en la escala
jerárquica.
Y que
contempla,
la
posibilidad
de ser
abandonado.
Con la verdad
de vanidad
herida,
vive en la
sangre:
Cómo sube en
su vuelo
a hundirse
entre los aires.
Donde se
pierde
en agua clara
y dulce,
que se
alimenta
real o fantaseada,
de la luz de
su cuerpo.
Carácter
fuerte
que confunde
el camino.
Todo latido
por un sueño
cerrado,
que acompaña
su imagen.
Todo lo
pierde
donde estaba
el deseo.
Muda plegaria
de necesidad
de otros.
Que ni
apagarla puede.
6 -de unos nihilistas-
Un denso aire,
contamina y aplasta.
Seres se excluyen
de lo
impropio y se evaden.
Mansamente
anulados.
Sin alegrías,
caminan en
silencio.
Sed sin
deseos.
De ese hastío
vacío
que no les
satisfacen.
Y conseguido
sentado
corazón.
En sombra y
luz,
aspiran hacia
adentro,
matando los
sentidos.
La herida
sigue
la idea de la
idea.
Y en el
ensueño:
de refugio y
sosiego,
hallan la
ansiada paz.
Inquieta
llama
de inquieto
mar en búsqueda
de quienes
aman,
con miedo de
sí mismos
y de sí
mismos, se huyen.
7 -de un caído en la náusea-
Brillan
desiertos
a un vencido
y sin pena.
Y no le basta
un final
interior
de riqueza
preñada.
En la agonía
de las
indecisiones
le prevalece,
la sed de su
corriente
que vive
tanteando.
Y le aniquila
aspirando su
hedor.
Aire pesado
llevándolo
consigo
que a todo lo
detiene.
Sumo presagio
de fin sin
esperanza.
Como esos
árboles
que
torturados ruedan
y en el tramo
subsisten.
Tiempo
desnudo
de una fuente
que mana.
Mas la pureza
no diluye en
las aguas
e inmóvil se conduce.
8 -de un introvertido cegado-
Quieto,
finito,
deshojado y
sin alas,
se va
poblando
de un recelo
profundo
como propio
alimento.
Y dentro se
hunde
y le
arrastran las olas:
como una
sombra
en punto
confundido
de horizonte
tapiado.
Fortalecida
la raíz de
tal fruto.
La ausencia
espesa
del amor de
los otros,
en su oscuro
vacío.
Visión
vencida
entre
el miedo y la sangre.
Donde se afirma,
la
inseguridad propia,
los peligros
sentados.
Cegado a todo
lo que la
tierra enseña.
Se encierra
vivo,
sin sentir la
energía
abierta hacia
los cielos.
EPÍLOGO
1
Se cita al
Hombre.
Y se oye su
protesta
interminable,
la angustia
dolorosa
de sus
propias cenizas.
Y no hay
vuelta.
Se fueron los
caminos
y sigue
andando,
extraviado en
la noche
mientras la
herida vive.
¿Cómo
podremos?
¡Cuánto
tiempo perdido!
en nuestro
espacio.
En abundancia
de hechos,
presentidos
sin límite.
2
Pequeños
hombres
empujando las
olas,
que
temblorosos
como llantos
de niños,
se alzan a la
canción.
Y se levantan
peleando en
la marcha.
Ala o
estrella.
En la llamada
nueva
de la nueva
canción.
Con
arrancadas
de piedras de
las piedras
baten la luz.
De ese afán
que procede
de horizonte
sin límite.
Tanta
esperanza
contiene el
horizonte,
que
amamantados
con ánimo de
vuelo,
ponderan
siglos de astros.
FIN, 2007.
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