lunes, 21 de septiembre de 2015

POEMARIO: BARRO Y LLAMA




BARRO Y LLAMA
(Un canto al drama existencial)









FRANCISCO FENOY











               

                                                   PRÓLOGO




Hay una historia del devenir humano en el poemario de Francisco Fenoy que el autor estructura en tres libros distintos.  En el primero, "El sueño de una sombra en brazos de la noche", traza una historia, diría que anónima, casi sin sujeto,  puesto que el sujeto es toda la humanidad. En sus poemas se desgranan las grandes etapas que han determinado esa historia. Sus sujetos abstractos,   categóricos  (en la medida en que elevados a "categorías"),   "Carne que busca...   "Grito que pide...  "Don que transmite...   "Verdad que da...   "Así la luz..., son a la vez el síntoma y la razón profunda que ha determinado el devenir de esa misma historia.  Sus  plurales genéricos quieren establecer lo conceptual, lo abstracto de cada idea.  No se habla de mi ansiedad o la tuya, sino de "ansiedades", no se habla de tu cuerpo o el mío, sino de "cuerpos" ("cuerpos entrelazados"), de mi soledad o la tuya sino de "soledades" ("soledades vivas")

La parte central del Poemario de F. Fenoy,  "Francisco de Asís",   constituye un a modo de paréntesis   meditativo sobre la actitud de San Francisco de Asís, el "pobrecillo" de Asís, que a caballo de los Siglos XII y XIII reformó el espíritu de las ordenes religiosas medievales con el ejemplo de pobreza extrema de los Franciscanos. El título de todo su poemario  "Barro y Llama" parece surgir de esa idea de pobreza material que sea síntoma de una riqueza espiritual e interior. Muchos de sus conceptos podrían referirse también a la ascética y a la mística castellana del Siglo XIV. También como alternativa a ese drama existencial humano.

En la tercera parte , "El miedo a la libertad",  inevitable la referencia al psicoanalista y sociólogo alemán Erich Fromm (que, desde planteamientos marxistas,  en contraposición a T. Adorno y H. Marcuse se opuso tanto a los planteamientos y análisis  capitalistas como a cualquier práctica  totalitarista ), también  F. Fenoy propone otra vía, precisamente la de la poesía, para plantear el significado de la libertad para el hombre en su devenir histórico y en concreto para el hombre actual:  "... cegado a todo lo que la tierra enseña. Se encierra vivo, sin sentir la energía abierta hacia los cielos"  y en la medida en que la libertad sea aun un logro por llegar. No la libertad tal y como la propone convenientemente a sus intereses la alienante sociedad contemporánea  sino la libertad  precisamente para emanciparse de esa alienación del sistema y la búsqueda de verdaderos valores individuales y sociales y la esencia auténtica  de la existencia humana.

De ahí el Epílogo que el autor propone como balance de su poemario: “...y sigue andando, extraviado en la noche mientras la herida vive".  "... Y se levantan peleando en la marcha, ala o estrella. En la llamada nueva de la nueva canción"

Lo directo de la  división estrófica de la que se vale,  breve en el número de sus versos e insistente en el recurso eficaz de la repetición del mismo verso al final de cada estrofa :  "Mas allá de los límites",   "Por tanta bendición" , breves también los números de sus sílabas con una combinación de pentasílabos,  hexasílabos,  heptasílabos,  que van cambiando la acentuación y alterando el ritmo a la par que se suceden a veces por ese orden como en un crescendo afirmativo, determinan el estilo coherente de que el autor  dota a todos sus poemas. Porque a pesar de la división en tres libros distintos  "Barro y llama"  es en realidad un único poema de clara y deliberada continuidad. Lo prueba así su único epílogo.

La poesía de Francisco Fenoy es una poesía de conceptos; diría que es una poesía de la abstracción.  Desde un cierto tono épico, efectivamente hay un esfuerzo por parte de su autor de extraer, de su propia temática,  una serie de conceptos genéricos que,  en  su carácter grandioso,  muy por encima de lo anecdótico llegan a establecer categorías generales de gran amplitud con la cualidad de lo objetivo y lo universal.

Alfredo Piquer Garzón.    Mayo 2008.








EL SUEÑO DE UNA SOMBRA EN BRAZOS DE LA NOCHE




















                            
                            


















1


Siguen andando
en marcha enardecida
y a cualquier hora,
por la densa sabana.

Delante de ellos,
esos campos que anhelan.
Líneas y signos
de tierra olor de sueños,
que arden la sangre
y enmudecen la voz.

Se juntan y unen
y pasean imágenes,
en viva llama;
que erigen y establecen.
Esencia y centro
que acallan otros ecos.

Pueblan la tierra.
Mientras los corazones,
idean los deseos
en río inagotable.

























2


Arde la lámpara:
Alimento que nutre
el puro enigma
que sagrado penetra
a tiempo de esperanza.

Son los espíritus:
Un dibujo en la herida,
que vivifican
íntimo sentimiento
a tiempo de esperanza.

Aguas profundas
que corren sin parar
a nuevo ritmo,
que anhelan y conducen
a tiempo de esperanza.

Mundo de estrellas
que vienen de otro brote.
Y con el verbo,
que quieren a esta vida
a tiempo de esperanza.

Y de otra vida
poseída en el Hombre.
Que de su fruto
sin límite ni fin,
en manifiesta danza.

















3


Esta esperanza
a la vía sin fin,
llama a la puerta.
Son tan fuertes los golpes
que las piedras levanta.

Desconocida,
la sustancia que hierve
y misteriosa,
como cielo tan lejos,
como espejo quebrado.

Muro desnudo
que palpita en la noche.
Avivan ritmos
que demandan imágenes
a espacio imaginario.

Cocción de molde
de sentirse adentrarse.
Supremo objeto,
que se postran y honran
y bajan las cabezas.

Ardiendo en llamas,
en la que se refrescan
en esta vida:
tan egoístas, débiles,
tan simplemente humanos.




















                                                        4


Sienten la tierra
desnuda y se conmueven.
Fuente cerrada,
para vivir la muerte
del pozo de los sueños.

De par en par,
abierta está la puerta.
Como una luz,
avanza un mundo limpio
conforme a sus demandas.

Y suman glorias
a la imagen que adoran,
en una sed:
que recogen de un mar
que se pierde en la bruma.

Y dicho culto
van trazando en el tiempo.
De alianzas que
renuevan de alimentos,
con funciones y ritos.

Lado de vida
que les ligan al voto.
Cantos que elevan
de alabanzas de fe,
a que Dios sea suyo.

















5


Cantos que elevan:
gotas de las orillas
del corazón
en el pálido azul,
con la luz de cada una.

Sueños que incendian
a la nada y la pueblan:
Ordenación
de infinitas estrellas,
con la luz de cada una.

Por todas partes,
las heridas y el viento
urden y fijan
conceptos de la vida,
con la luz de cada una.

Cogen y juzgan
ideas con su regla
el sacerdocio.
Y llenan el vacío,
con la luz de cada una.

Dando su fruto
de verde primavera,
sembrado cauce.
Las casas se repiten,
con la luz de cada una.


















6


Sembrado cauce
en blindaje abrasado
de sombra y sed…
abrían el camino
hacia los corazones.

El hambre de ella,
hambre de no morir,
se torna en sí
en amoroso vínculo
de la sombra y la idea.

Y encadenados
a una sombra de garras;
los huesos toman,
viven, clavan y fijan,
la sustancia inmortal.

los cuerpos vivos
labrados se maduran
en igual modo.
Consistencias de fuego
que quieren, piensan, sienten.

Y el Hombre queda,
una sombra de sombra
que se renueva;
continuamente lleno
de un rumor de aire y miedo.


















7


No le complace
la idea del Dios de la idea,
y se renueva
con su grito de sombra,
que atesora y le mata.

Grito que pide,
cuerpo de luz humana.
Que el Hombre viva,
se mueva y sienta, a Él;
con vida transformada.

A Él con presencia,
y consuele su anhelo.
Guía de amor
que lleve su lamento,
de sed que no se apaga.

Corazón firme
a riqueza interior.
Lenta fragancia, 
a sonidos que suenen
a trasmigración de “ánimas”.

Tal es la lucha
del terrible misterio.
Carne que busca:
Dios del amor humano,
Dios del amor que salva.



















8


Así la luz
del sueño de una sombra
en brazos de la noche.

Así la luz
las miradas heridas
desnuda cada día.

Así la luz
el corazón levanta
ya sediento de amor.

Así la luz
afirma la sustancia
del Dios que sufre y muere.

Así la luz
camino de la gracia
lavada por el fuego.

Así la luz
lo eleva a compartir
al Cristo salvador.

Así la luz
que a él torna ya viva
le purifica y salva.




















9


Así la luz
alcanza el mismo vuelo
y une al Hombre con Dios.

Ancho misterio
que el Hombre absorbe y llega.
Siendo Uno el mismo Hombre.










































                                       FRANCISCO DE ASÍS

































1


Como es amor,
hay una voz que le llama
e incendia su ánimo.
Y consagra su afecto
a tanta bendición.

Pleno se ofrece
como fruto maduro
de árbol plantado.
Deja casa y hacienda
por tanta bendición.

Toda la sangre
ciega de amor por Él.
Tiempo de luz
que le aviva la llama
de tanta bendición.

Don que transmite
como manantial de agua
que fluye y corre,
al deseo de un Reino
de tanta bendición.

Verdad que da
vida viva a los vivos.
Y en él asciende
a perfecta alegría
de tanta bendición.



2


Mortificado,
sin comer, sin beber;
fiada su vida
a la divina Cruz,
dejando el cuerpo a Él.

Y  el tan devoto
pobrecito Francisco,
siente el consuelo;
a deseos venidos
del reino de la gracia.

Como sarmiento
de la verdadera vid,
salud y gloria
a corazón abierto
le fueron revelados.

E iluminado
el amigo de Dios,
en noble afán
de alegría constante,
se corona de gloria.

Llama de amor
levantada a los cielos,
que alcanza el fruto
de claridad y luz,
en arrebatado éxtasis.






3


Y ve entre sueños
-hijo de la visión-
lo que demanda,
el camino que lleve
a comenzado viaje.

Ve al deseado
encima de la escala.
Y se le muestra
guiándole en vía recta
de comenzado viaje.

Y se consagra
debajo de la noche,
a tanto cielo;
ya dentro de la alianza
de comenzado viaje.

Lleno de gracia
porque le ha visto el rostro,
sigue su rumbo
al alimento azul,
de comenzado viaje.

Feliz de verse
amado por la luz:
Alas desea
para ir a tanta gloria
de comenzado viaje.

                                                        
















                                                         4


Y consagrado
a la luz de la muerte,
yace en la cama.
Silencio amurallado
sin sentir a la tierra.

Último trance
henchido de misterio:
De un torbellino
rodeado en tinieblas,
donde busca al Señor.

Ir al encuentro,
Del que manda en las cosas
de noche y día,
y reduce a la nada
la herida del costado.

De tanto brillo
como el oro en el fuego,
es complacido.
Con humildad se ofrece
en presencia de todos.

Y sometido
recoge el Sacramento,
que llega y une;
donde se aprecia al fin,
pozo del Dios viviente.


                                                         












                                                        


                                                       5

                                                         1

                                                        Clavado el sueño
en camino interior.
Rico tesoro
al que no llega nunca,
su inacabable anhelo.

  2

¡Ay! sombras, sombras,
plenas de barro y llama;
presas rodáis
de soledades vivas,
debajo de los sueños.









































EL MIEDO A LA LIBERTAD





































1 –del masoquista común-


El mundo sólo,
a un cielo encarnizado:
que adentelladas,
taladran y devoran,
más allá de los límites.

Sombras heridas,
a intentos no logrados
de aquel olvido:
exhiben dependencias,
más allá de los límites.

Aires que se abren
a toda influencia mágica:
-real o supuesta-
de dominios vivientes,
más allá de los límites.

Puente de plata
que suaviza el asalto:
El humano uso
a entrelazados cuerpos,
más allá de los límites.

Calor y luz
en lastimada carne
que bebe muerte
viviendo porque muere,
más allá de los límites.


















2  -de un sádico con proyección social-


La sed avanza
perdida entre las dunas.
Constante línea
que orienta la impotencia
a todos los venenos.

Día tras día
el malestar revive
entre las venas,
donde brota la herida,
siempre viva y penosa.

Con firme suelo
en la desesperanza,
hace su nido
y lo eleva y dibuja
en la propia memoria.

En la emoción
de imanes y temores,
la vida entrega,
siguiendo la canción
del propio descontento.

Ciego y azul
con secreta doctrina
se siente un ídolo
del grupo que lidera,
y da luz a la sangre.


















3  -de un sumiso autómata-


Cielo desierto.
Sólo queda la tierra
y su dolor.
Donde quema la herida
sin ninguna esperanza.

La estrella pierde.
Quien desoye los cantos
propios y ajenos.
Donde se muere el llanto
sin ninguna esperanza.

Oscuro huésped
que oxida las cadenas.
Sustento firme
que mantiene la noche
a su simple consuelo.

Hubo y retiene
rescoldo sin memoria.
Sangre tapada
a dudas y sospechas
de su simple consuelo.

Y se alza y brilla
pedante por el orden.
Donde subsiste,
sosteniendo el afecto
como sola sustancia.


















4  -de un compulsivo-


Llagas abiertas
de ansiedades de alivios.
Siempre penosas,
bajo la sangre esperan
el sueño alimentado.

Donde se obligan
así mismas en algo
de aquellos fines,
que ni escaparse pueden
de obrar en los intentos.

Se arrastran ciegas
hacia unos nuevos vínculos,
que van ganando
en búsquedas continuas
que consideran propias.

Beben la savia
de viento no acabado:
Mudo delirio
de obsesiones que fraguan
al estímulo ajeno.

Confusa luz
de vértigo y memoria.
Donde concluyen,
todo lo que compone
la habitación cumplida.



















5  -de un narciso-


Un ser aislado
en la escala jerárquica.
Y que contempla,
la posibilidad
de ser abandonado.

Con la verdad
de vanidad herida,
vive en la sangre:
Cómo sube en su vuelo
a hundirse entre los aires.

Donde se pierde
en agua clara y dulce,
que se alimenta
real o fantaseada,
de la luz de su cuerpo.

Carácter fuerte
que confunde el camino.
Todo latido
por un sueño cerrado,
que acompaña su imagen.

Todo lo pierde
donde estaba el deseo.
Muda plegaria
de necesidad de otros.
Que ni apagarla puede.

















6  -de unos nihilistas-


Un denso aire,
contamina y aplasta.
Seres se excluyen
de lo impropio y se evaden.
Mansamente anulados.

Sin alegrías,
caminan en silencio.
Sed sin deseos.
De ese hastío vacío
que no les satisfacen.

Y conseguido
sentado corazón.
En sombra y luz,
aspiran hacia adentro,
matando los sentidos.

La herida sigue
la idea de la idea.
Y en el ensueño:
de refugio y sosiego,
hallan la ansiada paz.

Inquieta llama
de inquieto mar en búsqueda
de quienes aman,
con miedo de sí mismos
y de sí mismos, se huyen.


















7  -de un caído en la náusea-


Brillan desiertos
a un vencido y sin pena.
Y no le basta
un final interior
de riqueza preñada.

En la agonía
de las indecisiones
le prevalece,
la sed de su corriente
que vive tanteando.

Y le aniquila
aspirando su hedor.
Aire pesado
llevándolo consigo
que a todo lo detiene.

Sumo presagio
de fin sin esperanza.
Como esos árboles
que torturados ruedan
y en el tramo subsisten.

Tiempo desnudo
de una fuente que mana.
Mas la pureza
no diluye en las aguas
e inmóvil se conduce.



















8  -de un introvertido cegado-


Quieto, finito,
deshojado y sin alas,
se va poblando
de un recelo profundo
como propio alimento.

Y dentro se hunde
y le arrastran las olas:
como una sombra
en punto confundido
de horizonte tapiado.

Fortalecida
la raíz de tal fruto.
La ausencia espesa
del amor de los otros,
en su oscuro vacío.

Visión vencida
                                          entre el miedo y la sangre.
                                          Donde se afirma,
                                          la inseguridad propia,
                                          los peligros sentados.

Cegado a todo
lo que la tierra enseña.
Se encierra vivo,
sin sentir la energía
abierta hacia los cielos.























             EPÍLOGO








































1

Se cita al Hombre.
Y se oye su protesta
interminable,
la angustia dolorosa
de sus propias cenizas.

Y no hay vuelta.
Se fueron los caminos
y sigue andando,
extraviado en la noche
mientras la herida vive.

¿Cómo podremos?
¡Cuánto tiempo perdido!
en nuestro espacio.
En abundancia de hechos,
presentidos sin límite.

























              2

Pequeños hombres
empujando las olas,
que temblorosos
como llantos de niños,
se alzan a la canción.

Y se levantan
peleando en la marcha.
Ala o estrella.
En la llamada nueva
de la nueva canción.

Con arrancadas
de piedras de las piedras
baten la luz.
De ese afán que procede
de horizonte sin límite.

Tanta esperanza
contiene el horizonte,
que amamantados
con ánimo de vuelo,
ponderan siglos de astros.




                 FIN, 2007.

Contactos: pacofenoy@hotmail.com