A
COMPÁS DE CALLE
(Cantos populares festivos y burlescos)
Francisco
Fenoy
INTRODUCCIÓN
Aquí presento unos poemillas populares: festivos y burlescos, al uso del
Pueblo en el que viví de niño. Aunque yo sea de poca monta, no quita que tenga
derecho, de hacerle un homenaje a la poesía popular. Bien que mi aportación se
quede muy reducida y muy por debajo en calidad a esa gran poesía anónima; que
creo que en las Españas, se va perdiendo. Si avivo el fuego a que se lea y
relea, ese gran tesoro fresco y vivo que dio nuestra lengua, me doy por
contento. Si bien reconozco, que para algunos o tal vez bastantes poetas, la
poesía popular basada en lo festivo y burlesco, se queda en simple
versificación o poesía menor; yo así no lo creo, ya que ésta poesía, también
les afecta a las fibras humanas de chicos y jóvenes, y además colectivamente,
dándoles el revulsivo, que los activa a la diversión y a las fiestas.
Mientras que tuve la idea de hacer el poemario y la de su ejecución, me
tocó en suerte, que cayera en mis manos, el gran escritor mejicano: Fernández
Lizardi; con lo que sumado a mi pérdida de memoria de los seudónimos que se
usaban en el pueblo, he decidido utilizar algunos nombres de ese gran escritor,
sin tergiversarlos; como una prueba de mi reconocimiento; como igualmente, de
la picaresca española.
Proemio
Desbordado me fundo
entre
las cosas.
Y
en mis manos el fruto
en
loas pródigas.
Las
flores se alzan,
a
frescura de fuentes
que
se derraman.
Alta
noche. Celoso
Pulo
y elevo
la
ofrenda de mi boca
a
canto nuevo.
Las
aguas ruedan,
las
coplas por el río
los
jugos llevan.
Y
vivo la corriente
en
el remanso,
que
lleva mi destino
afortunado.
Hora
tranquila
de
un azul encendido
a
lengua viva.
1
En
las fiestas
I
Con
las fiestas del pueblo
qué
bien se pasa,
a
barullo de zumba
a
toda marcha;
a
toda marcha,
aspirando
y viviendo
pisando
brasa.
Polvos
de pica pica
los
mozos echan
con
malicia a las mozas,
y
caras llenan.
Donde
encendidas
Con
ciego disimulo,
del
goce vivas.
Dándose
a la alta vida
de
crestas olas,
con
los cuerpos desnudos,
mozos
y mozas.
Abanderados
en
el placer, se ofrecen
cielos
colmados.
La
natura manera
siempre
triunfante.
Vivir
bien, morir nunca,
la
vida place.
Y
si la engrasa
con
aguijón de vino,
orea
grata.
II
Dentro
de la taberna
se
ovilla fino,
en
abundante gracia
con
el amigo.
Mi
paso se hace
fácil, colmado en vino
con
pan y carne.
Como si de otro sueño
se tuviera
hambre,
se
renace en la fiesta
con
nuevo aire.
Tanto
regala,
que
la salud aflora
sobresaltada.
Y
en el placer se rueda
hirviendo
en sangre,
de
un dulce y verde fresco
inacabable.
Como
una nube,
alta
y libre la dicha
que el vapor nutre.
De
cuanto necesito
sirve
de guía,
lo
mismo en los placeres
que
en fantasía.
Mi
premio obtenga,
viviendo
de continuo
en
la taberna.
III
Con
todo si eres riente
fresco
y bragado,
tintinea
la copa
en
martes graso.
Alegra
el vaso,
la
corona del vino
de
mano en mano.
Hasta
que el vaso llore
aquí
se bebe,
a
fin de que te empapes
y
el gozo sueñe.
Alegra
el vaso,
la
corona del vino
de
mano en mano.
A
divertirse toca,
valga
la pena
amigo
del beber;
baila
enreda.
Alegra
el vaso,
la
corona del vino
de
mano en mano.
Contigo
compañero
siempre
contento,
diluirme
con el aire
es
lo que quiero.
Alegra
el vaso,
la
corona del vino
de
mano en mano.
IV
Solo
bebo a mis horas
como
una esponja,
como
el cebado Papa
que
olvida y goza.
Vivir
la fiesta,
coronándome
a pámpanos
en
su hora cierta.
A
tal punto han llegado
en
el exceso,
desde
el grande al más chico
en
Roma el clero,
que
a su Dios mismo
si
lo guipan en tierra,
lo
hunden al vicio.
Al
cura de mi pueblo
le
hacen caminos,
vive
con barragana,
sabe
de vinos.
A
son de Roma,
danza
conforme a ley
en
uso y copia.
La
casta de los vagos.
De
tantos que hay
no
se pueden ni contar,
de
tantos que hay.
Abro
la puerta
y
me reintegro a casa
en
hora quieta.
2
Primos hermanos
Ve
culeando
con
desparpajo,
a la niña pintada
de piel granada,
y le coge la mano.
Toda su gracia
en la confianza
que despuntan los años,
manifestados
en olor a mañana.
Feliz la besa
y accede fresca,
como hierba a cien hojas:
verdes, jugosas;
frondosa y verdadera.
Dulce de lengua:
ríe, habla, sueña;
la juguetona prima
con su carita
de manzana reineta.
Dentro de un soto
del viaje loco
a la ermita rociera,
la balancea
en deseo propósito.
Y en el camino,
vuelo tendido
a señal que ilumina
en hurtadilla,
a encuentro repetido.
Así criados:
Glorificados
por la Virgen Romera,
causa primera
de sus propios milagros.
María Guadalupe
Para el amigo
Luís
Era
mi compañera
íntima
en contradanza,
mi
encanto favorito,
Guadalupe
la blanda.
Lo
suficiente al gusto,
un
regalo a la crianza;
con
edad de quince años
que
hinchado contemplaba:
Lo
negro de sus ojos
que
alegres al cielo alza,
lo
blanco de sus carnes,
que
orgullosa desplaza.
Vestida
muy sencilla
Placentera
y aseada,
me
llega de visita
y
se entiende en la casa.
Después
de mesa puesta,
toma
el vino que ataja.
La
requiebro de veras:
cayó
medio calada.
Y
la hice muchos mimos
a
la linda niñada:
La
alimenté con mérito,
bailé
sin cortarme ala.
María
Guadalupe
mi
amiga enamorada,
hoy
reposa en el mar
con
secretos de amada.
Es
la fuente donde amo,
fin
de la contradanza.
Marcela
Vivía
con mi Marcela.
Era
para mí abundancia.
Donde
se me abría el cielo
cuando
besaba su cara.
Estaba
sobrada a todo,
me
quería mucho y nada.
Me
hacía cuatro cariños
y
la chispa me quitaba.
Tanto
logro y acomodo
al trato que yo me daba,
que
entre los propios y extraños
envidias
originaba…
Opacos
se van volando
días
y noches que canta,
y
queda la maldición
entre
sombra laminada.
Ya
mi querida Marcela
me
dejó solo en la cama,
llevándose
de camino
deseos
de la mañana.
Y
mi mundo se volvió,
de
calleja que restalla
a
taberna y vino tinto,
perra
que nutre mi máscara.
Currito
I
Como
buena persona
Currito
le da plaza
a
su vida escondida
en
juego y sin palabra.
Con
gesto taciturno
anda
muy decidido,
en
dulce buena hora
de
valiente con vino.
En
noche indiferente
pica
con la mirada.
Bajo
una densa sombra
encuentra
a la tardada.
Blanca
la cantinera,
una
muchacha en jarra.
Le
requiere y requiebra
con
ternura extrañada.
Se
amansa a las caricias,
se
le aflojan los huesos;
bajo
un aire preñado
ahogando
sus secretos.
Un
suspiro profundo
creciente
a medio cántico.
Donde
desnudo muda
a
cielo fresco y diáfano.
Dejando
su silencio
a
vida que le llama,
Currito
se alimenta
con
su sombra apagada.
II
Y
después, ese silencio
de
nubes estacionadas.
Al
dejar la compañía
entre
sábanas extrañas.
Lenta
la noche le invade
a
cansancio conocido,
con
la memoria tediosa
a
guisa de remolino.
Ella
a sus diecinueve años,
pavonea
fulgor de oro
en
afincada riqueza,
sin
prejuicio y sin estorbo.
Y
verse de acompañante
con
una lumia adorada,
es
causa de entretenidos,
no
de hombre que piensa y habla.
Ni
manso ni recatado.
Un
Curro docto y resuelto,
pone
pies en polvorosa
y
el quiste va deshaciendo.
A
ese instante, ya presencia
de
aroma desvanecido,
a
modo de matar pulgas,
se
echó un buen vaso de vino.
III
La
mañana teje
el
día que llega.
Y
la luz la siente,
de
nuevo se eleva.
La
encendida rosa
con
su sola gracia,
le
dio a esa Sombra
lo
claro que llama.
Le
vienen las ganas
y
a querer se anima,
en deseo a carta
la
muda que aspira.
Y
estima de cómico
el
fuego que ardía,
dentro
de su tronco
la
sellada herida.
Y
con señal firme
en
pelea alegre,
activo
decide
y
emana la fuente.
Currito
respira
al
nacido logro.
Y
hasta el aire mira,
afable
de gozo.
A
voz sin respuesta
la
noche dejando.
Ya
todo lo empieza
por
el camino alto.
3
Lucas el Zurdo
Fue
mozo libre y galocho
y
no de tonta fachenda.
Como
galán de buen talle
le
cantó al cielo y a la tierra.
Y
en aquella hora del día
que
la noche se le encierra,
siendo
él a no más de treinta,
se
casa con viuda vieja.
Como
una leve esperanza
de
que no se emputeciera.
Aunque
era del todo pobre
se
da Fajarda a la oferta
y
envuelta en ricos aromas
llega
crecida a la fiesta.
Y
multiplica sus méritos
vagueando
en ricahembra.
En
juegos entretenidos
de
luna de miel que incendia
a
los días y a las noches.
Empeñosa
en que desea
de
la ilusión de la alcoba,
la danza que viene ciega.
Tanta
valía consigue
con
verse de esposa y dueña
que
Lucas el Zurdo vive
con
el seso en la bragueta,
en
un trenzado sin música
de
cómitre de ama y suegra.
El
Zurdo es campo muy ancho
lo
que le piden no niega,
como
el mal vino se vierte
y
lo dejan sin cartera.
Y
viéndose la Fajarda
en
demasía como hembra,
con
un clavel en el pelo
y
chasqueando la lengua,
se
paseaba en las calles
con
exquisita promesa.
Un
Lucas mudo mastica
nuevamente
contrahierba.
Ya
le murmuran y pican
y
triste rompe la espera.
¡De
puta vieja me guarde!
Así
mismo se recuerda.
Y
se muda y cambia a fraile
Con
su burlona extrañeza.
El
lobo harto que fue,
ya
mantiene la contienda
del
río con el remanso,
que
como a nadie le sienta.
Feliciana
Feliciana, Feliciana,
de
sobremanera bella
y
presumida de serlo
con
sus regalos de fiesta;
con
sus regalos de fiesta
en
seducir a los machos.
Feliciana,
Feliciana,
y
te encamen codiciados.
La
viuda de alegre vida
la
preferida
en
las calurosas noches
de
los días de la brama,
la
preferida
por
sus claros horizontes.
4
Culás el Pípolo
Como
mosca en la cárcel
siempre
sin tino,
como
la misma espera
desatendido;
pillo
decente,
los
vicios sin disfraz
quiere
y no quiere.
Le
acosa la ponzoña
de
tal gabela,
que
acaba la partida
y
el gabán deja.
Hecho
pedazos,
va
disparando coces
de
frailes sabios.
Rehuido
de los otros
Culás
el Pípolo:
flamenco
de altos vuelos,
el
buen amigo,
sigue
su sino
y
ciego se embotica,
colmo
de vino.
Huido
de sus vergüenzas,
como
los niños
baila
la contradanza
con
sus truquitos.
Y
por los lunes,
“al
jardín de los bobos”
zangón
acudes.
Demetrio Cascojales
Pasa
de adentro a fuera
a
engatusarse,
oculta
la cabeza
para
aceptarse
tras
las mañanas,
a
tragos de aguardiente
en
finas cañas.
Y
astuto al galanteo
según
le viene,
Demetrio
Cascojales
se
abre a la suerte.
Y
engalanado,
a
la recia Lorenza
se
ofrece grato:
“Alta,
gorda y derecha
como
una encina,
y
no tiene más feudo:
que
es medio bizca,
carirredonda,
que
le faltan dos dientes
y
tragantona.”
Del
brazo de Lorenza,
erguido
y alegre,
pasea
Cascojales
con
traje verde.
Y
al vecindario,
con
cimbreada chispa
va
saludando.
Justina
Yo
le pintaré a Justina
y
el buen humor que calzaba.
Era
gorda y repolluda
como
morcilla cebada.
Era
el vino en la malicia
del
hilo con la palabra.
Era
joven montañesa
a
pulso de rompe y rasga.
salud,
refrigerio y vida
mantenía
a media copa,
que
sangre sin fuego hierve
a
celo de regalona.
Con
renovada frescura,
largo
de gloria se daba.
Y
en el pozo del placer
con
más fuerza fermentaba.
Y
bailó a mil maravillas
de
hacer ruido y nunca daño,
que
ni en las nubes hubiera
de
moza de digo y hago.
Y
astuta a la buena vida,
a
su hora, y a su contento;
se
casa con Pepe el Tuerca
tan
gustosa y con dinero.
A
trova jacarandina
le
celebraron la boda.
Dando
al aire la sentencia:
“La
fruta madura en bolsa”.
5
El beato prior
Para el amigo
Gerardo
Del
beato prior copio
a
voz de oído.
Se
redime de tanta
regla
a sí mismo,
que
fiel se acoge
a
ese pequeño dios
que
sigue al goce.
Así
de monje magro
se
pasa y muda,
a
prelado bien graso
hecho
a lujuria.
Las
religiosas,
tiemblan
de miedo y gusto
de tantas glorias.
Y
viendo las bellezas
de
cada toca,
le
hacía deseable
la
prez parroquia.
Con
citas a uso,
comienza
a codiciarlas
el
cuco puto.
Así
se refocila
y
desenfrena,
con
el juego de monjas
y
de abadesa.
Y
cierro el hecho,
cuando
hace de harén propio
a
su convento.
Al logro
de sus deseos
Fácil
en el hablar
la
desajusta.
Y
al logro a sus deseos,
se
la desnuda.
De
fluido brote
prolongan
el festín
en
lidia noche.
Holgaron
varias veces
mientras
gozaban,
transportados
al gusto,
que
les encantan.
Salto
a un cielo,
que
en pereza ligera
se
ciñe ciego.
Satisface
deseos,
con
la destreza
mañosa
del jinete,
que
labra y riega;
ejercitado,
en
sedientos jardines
que
enmienda grato.
El
rostro igual a flor
al
viento brilla.
Alegría
violenta
de
agraz sonrisa.
Dura
la nube,
aún
después del momento
que
no construye.
6
Más
vale paso…
Sin
medios en la bolsa
el
calavera,
echa
mano a la chupa
para
venderla.
De
un aire en burla,
y
el rabo entre las piernas
pica
ventura.
Despachado
y hambriento.
A
cazar moscas,
iba
por esas calles.
Y
cita entre otras:
si
no anda perro
con
esfuerzo valioso,
no
topa hueso.
Salido
de bodega
cierra
los ojos,
con
risa a dos carrillos
a
modos locos.
Ducho
en taberna,
place
en sacramentarse
dentro
de Iglesia.
Y
el lance lo consigue
a
tanto grado,
que
sale vago y floro
y
bien tratado.
Más
vale paso,
que
no trote que canse,
chancea
el párroco.
Un
cura tonto y vano
Un
cura tonto y vano
Vino
a la aldea.
Y
como sacerdote
a
mesa puesta.
Adonde
sella
a
través del terror
y
el sueño, su huella.
Montado
en la holganza,
ostenta
brillo
el
jeta sin medida
y
sin sentido.
Y
a temor hueco,
roba
a panza de gula
de
atado pueblo.
En
la guía del baile,
al
loco pillo,
la
soberbia le sube
a
ras del vino.
Vuelos
nocturnos
planea
en las alcobas,
rapta
sus frutos.
Los
cornutos maridos
lo
atan y azotan
y
le cortan el pijo,
que
a hierro toman.
El
baile surge
de
nuevo complaciente,
y
libre luce.
7
Evocación
I
Gozoso
alza su vuelo
junto
a la noche clara.
Pujando
mansamente
la
copla en la ventana.
El
sonido y la luz
a
compás penetraba,
en
la estancia dormida
entre
sombra dorada.
“A
ti vivo me entrego
con
toda mi esperanza,
a
tu clara hermosura,
venerable
rapaza.”
La
ventana se abría,
el
día despuntaba,
tan
alto era el desvelo
que
arde unida esperanza.
II
Desde
los Carrichetes
hasta
mi casa,
una
calle y el puente
sobre
la Rambla.
Bajo
mis pasos,
el
camino ligero
de
álamos blancos.
Toda
luz es venida
desde
sus cielos,
y
dentro de mí mismo,
los
soles nuevos.
Feliz
la copla
que
con alas de miel
conmueve
y toca.
Niña
del Carrichete
niña
del “alma”
tu
amante molinero
al
pié del agua.
Al
pié del agua
la
corriente conduce
la
sed abrasa.
III
A
las eras me voy madre,
las
eras del ventorrillo
a
que la vean mis ojos
con
el cielo tempranico.
En
la noria de la trilla
ya
jugaba con el viento,
la
joven enamorada,
que
sueña dichas en celo.
Un
canto de lejanía
siente
al sentirle la mano.
Llevan
amor y lo sabe
de
camino afortunado.
IV
En
un follaje fino
luz
y sombra vibraba.
Era
el camino a fiesta
con
sed de la mañana.
Como
al besar su cara
llena
ofrece sus manos
que
se abrían alegres
a
flor de los manzanos.
Sonrío
a voz abierta
como
viento embriagado,
donde
encendido muerdo
la
manzana cantando.
Ese
tierno capullo
néctar
de gloria, halla;
con
amable hormigueo,
al
morder la manzana.
V
La
visión de la cinta
sujeta
al pelo,
con
el nombre bordado
que
lleva puesto.
Evoco
y tiento
dos
vidas de alegrías
en
solo un cuerpo.
¿De
qué modo se dice
que
sigo amando?
Mira
correr el agua
de
arroyo claro,
de
arroyo claro.
Con
igual desnudez
amor
declaro.
Esa
primera novia
de
mis amores,
la
tengo yo guardada
entre
mis flores,
entre
mis flores.
Cuando
llega su aroma
revivo
goces.
FIN,
2oo8.
CONTACTO:
pacofenoy@hotmail.com