domingo, 31 de enero de 2016

POEMARIO: A COMPÁS DE CALLE





A COMPÁS DE CALLE
(Cantos populares festivos y burlescos)









Francisco Fenoy






















INTRODUCCIÓN

   Aquí presento unos poemillas populares: festivos y burlescos, al uso del Pueblo en el que viví de niño. Aunque yo sea de poca monta, no quita que tenga derecho, de hacerle un homenaje a la poesía popular. Bien que mi aportación se quede muy reducida y muy por debajo en calidad a esa gran poesía anónima; que creo que en las Españas, se va perdiendo. Si avivo el fuego a que se lea y relea, ese gran tesoro fresco y vivo que dio nuestra lengua, me doy por contento. Si bien reconozco, que para algunos o tal vez bastantes poetas, la poesía popular basada en lo festivo y burlesco, se queda en simple versificación o poesía menor; yo así no lo creo, ya que ésta poesía, también les afecta a las fibras humanas de chicos y jóvenes, y además colectivamente, dándoles el revulsivo, que los activa a la diversión y a las fiestas.
   Mientras que tuve la idea de hacer el poemario y la de su ejecución, me tocó en suerte, que cayera en mis manos, el gran escritor mejicano: Fernández Lizardi; con lo que sumado a mi pérdida de memoria de los seudónimos que se usaban en el pueblo, he decidido utilizar algunos nombres de ese gran escritor, sin tergiversarlos; como una prueba de mi reconocimiento; como igualmente, de la picaresca española.












Proemio

Desbordado me fundo
entre las cosas.
Y en mis manos el fruto
en loas pródigas.
Las flores se alzan,
a frescura de fuentes
que se derraman.

Alta noche. Celoso
Pulo y elevo
la ofrenda de mi boca
a canto nuevo.
Las aguas ruedan,
las coplas por el río
los jugos llevan.

Y vivo la corriente
en el remanso,
que lleva mi destino
afortunado.
Hora tranquila
de un azul encendido
a lengua viva.




                                                            1

                                            En las fiestas
                I

Con las fiestas del pueblo
qué bien se pasa,
a barullo de zumba
a toda marcha;
a toda marcha,
aspirando y viviendo
pisando brasa.

Polvos de pica pica
los mozos echan
con malicia a las mozas,
y caras llenan.
Donde encendidas
Con ciego disimulo,
del goce vivas.

Dándose a la alta vida
de crestas olas,
con los cuerpos desnudos,
mozos y mozas.
Abanderados
en el placer, se ofrecen
cielos colmados.

La natura manera
siempre triunfante.
Vivir bien, morir nunca,
la vida place.
Y si la engrasa
con aguijón de vino,
orea grata.
      

            
          II

Dentro de la taberna
se ovilla fino,
en abundante gracia
con el amigo.
Mi paso se hace
                                   fácil, colmado en vino
con pan y carne.

Como si de otro sueño
se tuviera hambre,
se renace en la fiesta
con nuevo aire.
Tanto regala,
que la salud aflora
sobresaltada.

Y en el placer se rueda
hirviendo en sangre,
de un dulce y verde fresco
inacabable.
Como una nube,
alta y libre la dicha
                                      que el vapor nutre.

De cuanto necesito
sirve de guía,
lo mismo en los placeres
que en fantasía.
Mi premio obtenga,
viviendo de continuo
en la taberna.



            III

Con todo si eres riente
fresco y bragado,
tintinea la copa
en martes graso.
Alegra el vaso,
la corona del vino
de mano en mano.

Hasta que el vaso llore
aquí se bebe,
a fin de que te empapes
y el gozo sueñe.
Alegra el vaso,
la corona del vino
de mano en mano.

A divertirse toca,
valga la pena
amigo del beber;
baila enreda.
Alegra el vaso,
la corona del vino
de mano en mano.

Contigo compañero
siempre contento,
diluirme con el aire
es lo que quiero.
Alegra el vaso,
la corona del vino
de mano en mano.

              
           IV

Solo bebo a mis horas
como una esponja,
como el cebado Papa
que olvida y goza.
Vivir la fiesta,
coronándome a pámpanos
en su hora cierta.

A tal punto han llegado
en el exceso,
desde el grande al más chico
en Roma el clero,
que a su Dios mismo
si lo guipan en tierra,
lo hunden al vicio.

Al cura de mi pueblo
le hacen caminos,
vive con barragana,
sabe de vinos.
A son de Roma,
danza conforme a ley
en uso y copia.

La casta de los vagos.
De tantos que hay
no se pueden ni contar,
de tantos que hay.
Abro la puerta
y me reintegro a casa
en hora quieta.


                                                     2

                                Primos hermanos

                                        Ve culeando
                                        con desparpajo,
a la niña pintada
de piel granada,
y le coge la mano.

Toda su gracia
en la confianza
que despuntan los años,
manifestados
en olor a mañana.

Feliz la besa
y accede fresca,
como hierba a cien hojas:
verdes, jugosas;
frondosa y verdadera.

Dulce de lengua:
ríe, habla, sueña;
la juguetona prima
con su carita
de manzana reineta.

Dentro de un soto
del viaje loco
a la ermita rociera,
la balancea
en deseo propósito.

Y en el camino,
vuelo tendido
a señal que ilumina
en hurtadilla,
a encuentro repetido.

Así criados:  
Glorificados
por la Virgen Romera,
causa primera
de sus propios milagros.





























                                      
                                      
                                         María Guadalupe
                                  Para el amigo Luís

Era mi compañera
íntima en contradanza,
mi encanto favorito,
Guadalupe la blanda.
Lo suficiente al gusto,
un regalo a la crianza;
con edad de quince años
que hinchado contemplaba:
Lo negro de sus ojos
que alegres al cielo alza,
lo blanco de sus carnes,
que orgullosa desplaza.
Vestida muy sencilla
Placentera y aseada,
me llega de visita
y se entiende en la casa.
Después de mesa puesta,
toma el vino que ataja.
La requiebro de veras:
cayó medio calada.
Y la hice muchos mimos
a la linda niñada:
La alimenté con mérito,
bailé sin cortarme ala.
María Guadalupe
mi amiga enamorada,
hoy reposa en el mar
con secretos de amada.
Es la fuente donde amo,
fin de la contradanza.


        
        Marcela

Vivía con mi Marcela.
Era para mí abundancia.
Donde se me abría el cielo
cuando besaba su cara.
Estaba sobrada a todo,
me quería mucho y nada.
Me hacía cuatro cariños
y la chispa me quitaba.
Tanto logro y acomodo
 al trato que yo me daba,
que entre los propios y extraños
envidias originaba…
Opacos se van volando
días y noches que canta,
y queda la maldición
entre sombra laminada.
Ya mi querida Marcela
me dejó solo en la cama,
llevándose de camino
deseos de la mañana.
Y mi mundo se volvió,
de calleja que restalla
a taberna y vino tinto,
perra que nutre mi máscara.








                                           
                                            Currito
                I

Como buena persona
Currito le da plaza
a su vida escondida
en juego y sin palabra.

Con gesto taciturno
anda muy decidido,
en dulce buena hora
de valiente con vino.

En noche indiferente
pica con la mirada.
Bajo una densa sombra
encuentra a la tardada.

Blanca la cantinera,
una muchacha en jarra.
Le requiere y requiebra
con ternura extrañada.

Se amansa a las caricias,
se le aflojan los huesos;
bajo un aire preñado
ahogando sus secretos.

Un suspiro profundo
creciente a medio cántico.
Donde desnudo muda
a cielo fresco y diáfano.

Dejando su silencio
a vida que le llama,
Currito se alimenta
con su sombra apagada.
             II

Y después, ese silencio
de nubes estacionadas.
Al dejar la compañía
entre sábanas extrañas.

Lenta la noche le invade
a cansancio conocido,
con la memoria tediosa
a guisa de remolino.

Ella a sus diecinueve años,
pavonea fulgor de oro
en afincada riqueza,
sin prejuicio y sin estorbo.

Y verse de acompañante
con una lumia adorada,
es causa de entretenidos,
no de hombre que piensa y habla.

Ni manso ni recatado.
Un Curro docto y resuelto,
pone pies en polvorosa
y el quiste va deshaciendo.

A ese instante, ya presencia
de aroma desvanecido,
a modo de matar pulgas,
se echó un buen vaso de vino.




                                                

                                                 III

                                       La mañana teje
el día que llega.
Y la luz la siente,
de nuevo se eleva.

La encendida rosa
con su sola gracia,
le dio a esa Sombra
lo claro que llama.

Le vienen las ganas
y a querer se anima,
 en deseo a carta
la muda que aspira.

Y estima de cómico
el fuego que ardía,
dentro de su tronco
la sellada herida.

Y con señal firme
en pelea alegre,
activo decide
y emana la fuente.

Currito respira
al nacido logro.
Y hasta el aire mira,
afable de gozo.

A voz sin respuesta
la noche dejando.
Ya todo lo empieza
por el camino alto.

                                                                                               
3

                                           Lucas el Zurdo

Fue mozo libre y galocho
y no de tonta fachenda.
Como galán de buen talle
le cantó al cielo y a la tierra.
Y en aquella hora del día
que la noche se le encierra,
siendo él a no más de treinta,
se casa con viuda vieja.
Como una leve esperanza
de que no se emputeciera.

Aunque era del todo pobre
se da Fajarda a la oferta
y envuelta en ricos aromas
llega crecida a la fiesta.
Y multiplica sus méritos
vagueando en ricahembra.
En juegos entretenidos
de luna de miel que incendia
a los días y a las noches.
Empeñosa en que desea
de la ilusión de la alcoba,
la danza que viene ciega.
Tanta valía consigue
con verse de esposa y dueña
que Lucas el Zurdo vive
con el seso en la bragueta,
en un trenzado sin música
de cómitre de ama y suegra.

El Zurdo es campo muy ancho
lo que le piden no niega,
como el mal vino se vierte
y lo dejan sin cartera.
Y viéndose la Fajarda
en demasía como hembra,
con un clavel en el pelo
y chasqueando la lengua,
se paseaba en las calles
con exquisita promesa.

Un Lucas mudo mastica
nuevamente contrahierba.
Ya le murmuran y pican
y triste rompe la espera.
¡De puta vieja me guarde!
Así mismo se recuerda.
Y se muda y cambia a fraile
Con su burlona extrañeza.

El lobo harto que fue,
ya mantiene la contienda
del río con el remanso,
que como a nadie le sienta.

       
















                                                Feliciana

Feliciana, Feliciana,
de sobremanera bella
y presumida de serlo
con sus regalos de fiesta;
con sus regalos de fiesta
en seducir a los machos.
Feliciana, Feliciana,
y te encamen codiciados.

La viuda de alegre vida
la preferida
en las calurosas noches
de los días de la brama,
la preferida
por sus claros horizontes.













             4


                                        Culás el Pípolo

Como mosca en la cárcel
siempre sin tino,
como la misma espera
desatendido;
pillo decente,
los vicios sin disfraz
quiere y no quiere.

Le acosa la ponzoña
de tal gabela,
que acaba la partida
y el gabán deja.
Hecho pedazos,
va disparando coces
de frailes sabios.

Rehuido de los otros
Culás el Pípolo:
flamenco de altos vuelos,
el buen amigo,
sigue su sino
y ciego se embotica,
colmo de vino.

Huido de sus vergüenzas,
como los niños
baila la contradanza
con sus truquitos.
Y por los lunes,
“al jardín de los bobos”
zangón acudes.



                                         Demetrio Cascojales

Pasa de adentro a fuera
a engatusarse,
oculta la cabeza
para aceptarse
tras las mañanas,
a tragos de aguardiente
en finas cañas.

Y astuto al galanteo
según le viene,
Demetrio Cascojales
se abre a la suerte.
Y engalanado,
a la recia Lorenza
se ofrece grato:

“Alta, gorda y derecha
como una encina,
y no tiene más feudo:
que es medio bizca,
carirredonda,
que le faltan dos dientes
y tragantona.”

Del brazo de Lorenza,
erguido y alegre,
pasea Cascojales
con traje verde.
Y al vecindario,
con cimbreada chispa
va saludando.



           
             Justina

Yo le pintaré a Justina
y el buen humor que calzaba.
Era gorda y repolluda
como morcilla cebada.

Era el vino en la malicia
del hilo con la palabra.
Era joven montañesa
a pulso de rompe y rasga.

salud, refrigerio y vida
mantenía a media copa,
que sangre sin fuego hierve
a celo de regalona.

Con renovada frescura,
largo de gloria se daba.
Y en el pozo del placer
con más fuerza fermentaba.

Y bailó a mil maravillas
de hacer ruido y nunca daño,
que ni en las nubes hubiera
de moza de digo y hago.

Y astuta a la buena vida,
a su hora, y a su contento;
se casa con Pepe el Tuerca
tan gustosa y con dinero.

A trova jacarandina
le celebraron la boda.
Dando al aire la sentencia:
“La fruta madura en bolsa”.
                                                           5


    El beato prior
                            Para el amigo Gerardo

Del beato prior copio
a voz de oído.
Se redime de tanta
regla a sí mismo,
que fiel se acoge
a ese pequeño dios
que sigue al goce.

Así de monje magro
se pasa y muda,
a prelado bien graso
hecho a lujuria.
Las religiosas,
tiemblan de miedo y gusto
 de tantas glorias.

Y viendo las bellezas
de cada toca,
le hacía deseable
la prez parroquia.
Con citas  a uso,
comienza a codiciarlas
el cuco puto.  

Así se refocila
y desenfrena,
con el juego de monjas
y de abadesa.
Y cierro el hecho,
cuando hace de harén propio
a su convento.


                                     Al logro de sus deseos

Fácil en el hablar
la desajusta.
Y al logro a sus deseos,
se la desnuda.
De fluido brote
prolongan el festín
en lidia noche.

Holgaron varias veces
mientras gozaban,
transportados al gusto,
que les encantan.
Salto a un cielo,
que en pereza ligera
se ciñe ciego.

Satisface deseos,
con la destreza
mañosa del jinete,
que labra y riega;
ejercitado,
en sedientos jardines
que enmienda grato.

El rostro igual a flor
al viento brilla.
Alegría violenta
de agraz sonrisa.
Dura la nube,
aún después del momento
que no construye.

                                                         6



                                           Más vale paso…

Sin medios en la bolsa
el calavera,
echa mano a la chupa
para venderla.
De un aire en burla,
y el rabo entre las piernas
pica ventura.

Despachado y hambriento.
A cazar moscas,
iba por esas calles.
Y cita entre otras:
si no anda perro
con esfuerzo valioso,
no topa hueso.

Salido de bodega
cierra los ojos,
con risa a dos carrillos
a modos locos.
Ducho en taberna,
place en sacramentarse
dentro de Iglesia.

Y el lance lo consigue
a tanto grado,
que sale vago y floro
y bien tratado.
Más vale paso,
que no trote que canse,
chancea el párroco.



Un cura tonto y vano

Un cura tonto y vano
Vino a la aldea.
Y como sacerdote
a mesa puesta.
Adonde sella
a través del terror
y el sueño, su huella.

Montado en la holganza,
ostenta brillo
el jeta sin medida
y sin sentido.
Y a temor hueco,
roba a panza de gula
de atado pueblo.

En la guía del baile,
al loco pillo,
la soberbia le sube
a ras del vino.
Vuelos nocturnos
planea en las alcobas,
rapta sus frutos.

Los cornutos maridos
lo atan y azotan
y le cortan el pijo,
que a hierro toman.
El baile surge
de nuevo complaciente,
y libre luce.

                   7
                                              Evocación
               I

Gozoso alza su vuelo
junto a la noche clara.
Pujando mansamente
la copla en la ventana.
El sonido y la luz
a compás penetraba,
en la estancia dormida
entre sombra dorada.
“A ti vivo me entrego
con toda mi esperanza,
a tu clara hermosura,
venerable rapaza.”
La ventana se abría,
el día despuntaba,
tan alto era el desvelo
que arde unida esperanza.


















                                                   II

Desde los Carrichetes
hasta mi casa,
una calle y el puente
sobre la Rambla.
Bajo mis pasos,
el camino ligero
de álamos blancos.

Toda luz es venida
desde sus cielos,
y dentro de mí mismo,
los soles nuevos.
Feliz la copla
que con alas de miel
conmueve y toca.

Niña del Carrichete
niña del “alma”
tu amante molinero
al pié del agua.
Al pié del agua
la corriente conduce
la sed abrasa.











                                                        III

A las eras me voy madre,
las eras del ventorrillo
a que la vean mis ojos
con el cielo tempranico.

En la noria de la trilla
ya jugaba con el viento,
la joven enamorada,
que sueña dichas en celo.

Un canto de lejanía
siente al sentirle la mano.
Llevan amor y lo sabe
de camino afortunado.  






















                                                 IV

En un follaje fino
luz y sombra vibraba.
Era el camino a fiesta
con sed de la mañana.

Como al besar su cara
llena ofrece sus manos
que se abrían alegres
a flor de los manzanos.

Sonrío a voz abierta
como viento embriagado,
donde encendido muerdo
la manzana cantando.

Ese tierno capullo
néctar de gloria, halla;
con amable hormigueo,
al morder la manzana. 













                                                       

                                                    V

La visión de la cinta
sujeta al pelo,
con el nombre bordado
que lleva puesto.
Evoco y tiento
dos vidas de alegrías
en solo un cuerpo.

¿De qué modo se dice
que sigo amando?
Mira correr el agua
de arroyo claro,
de arroyo claro.
Con igual desnudez
amor declaro.

Esa primera novia
de mis amores,
la tengo yo guardada
entre mis flores,
entre mis flores.
Cuando llega su aroma
revivo goces.

FIN, 2oo8.
CONTACTO: pacofenoy@hotmail.com

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