DE UN CIELO Y UN TIEMPO
Francisco
Fenoy
P R Ó L O G O
Desde
el sugerente título, De un cielo y un tiempo,
Francisco Fenoy nos ofrece un poemario como un campo abierto, por que el que el
autor nos va llevando, para que encontremos el verdadero sentido de sus poemas,
ya que es un libro que presenta muchas lecturas, o como dirían los clásicos,
tiene muchas significaciones.
El
poemario vibra dentro de un innegable marco lírico, en su sentido más exacto,
en el que la llama de lo irrenunciablemente humano va iluminando los poemas,
como un todo, desde el sentimiento de lo personal a lo social, desde lo real al
sueño, al ideal, a ese “cielo” que también sabe nacer en nosotros.
Acertadamente el autor ha renunciado en este
libro a titular los poemas, seguramente, para hacer más manifiesta esa unidad,
ese hilo que nos conduce por un pensamiento continuo, como un único arco iris,
en el que se derraman todos los colores, y que a nosotros nos toca desvelar, “redondillas
/ disfrazadas de mensajes / de agudezas…”, mensajes con el trasfondo que lo
está marcando el tiempo, ese tiempo que aparece en el título.
Pero
no debemos dejarnos engañar por esa unidad, porque en el libro encontramos la
riqueza de los contrastes, y también de la sorpresa, que el lector debe
entender como parte de la misma realidad, enfoques distintos de la vida, en los
que el poeta quiere hacernos participar.
Francisco
Fenoy. ha elegido para sus poemas, la evidencia de la rima, y la cadencia que dirige el ritmo, con ese gusto clásico
que concede importancia a las formas, en certeros versos cortos o
largos, como puntas de flecha que ha lanzado la inspiración y el trabajo del
poeta, y que saben trasladarnos
desde sus palabras al alma de la
idea.
Paso las primeras nieves
a la norma de
mis versos,
donde sujeto a mis manos,
dándome tiempos a tiempos.
Con cuerpo en olas de fuego.
El
lenguaje es el más fiel aliado del poeta, y en él confía, la esencia de su
verso:
Alto de hierro y cristal
dardo
en acierto estimado,
a
camino enamorado
con
osada libertad.
Libertad,
libertad deseada, osada libertad, lenguaje directo que no menoscaba el
componente mágico que exige la poesía, con acertados adjetivos, palabra
caliente que apuesta por añadir más emoción al concepto que reside en el nombre.
Y el amor, presente o
sentido, con amplias referencias, que se infiltra en bellos versos:
El
amor me llega
con
impulsos de oro,
…
Voy enamorado
al
más alto templo
que
ofrece más vida…
Amor
sin el que no se puede entender la vida, pero un amor que no se refiere sólo a situaciones personales, sino que es
el que garantiza la fuerza necesaria que fluye para poder conectar con el
futuro, con un deseo supremo de valores más universales.
El poeta nos dice:
“Vuestra
será mi frente,
y
vuestras las canciones y las fábricas
de
una tierra reciente…
Y
para dar una muestra del contraste con los primeros poemas del libro, contraste
al que ya nos henos referido, destacamos estos versos:
Con un Madrid avispado:
Ríen,
charlan, con piruetas
alumbradas.
Decir
verdaderamente
la
dulzura de las uvas
y
las aguas.
Todo
el poemario mantiene un ritmo rápido y marcado, para dar relevancia a versos que
nos dicen más de lo que dicen sus palabras, que es en definitiva una de las
bondades de la poesía, de la buena poesía.
La intención del poeta nos va envolviendo verso a verso,
como en una espiral, como una tela de araña que nos atrapa con su lectura, un
síntoma inequívoco del interés del libro, que considerado dentro de la
trayectoria del autor, me permite decir que este poemario es un escalón
importante en su ascensión poética, camino de ese “cielo y un tiempo / de alas
cargadas de sueños”, que aparece en el título del libro que comentamos.
Recojo
sus palabras:
Subiendo
a la cumbre estoy…
Para
quedar en lo alto
con
la mirada en el cielo,
de
estrella en estrella roja…..
“Con
la mirada en el cielo”, una buena acción para los ojos de un poeta, Francisco Fenoy
ha conseguido una poesía bella y consciente, fondo y forma que se enlazan a
través del ritmo poético, belleza y mensaje, historia y futuro, “Poesía que se
hace signo/ en la edad noble del viento…” la que nos ofrece en este su último
poemario, además, del placer de su lectura.
Milagros Salvador
1
Que movimiento bullía
de vida, como en ninguna
otra usanza.
Fuertemente a los sentidos
la clave de su conducta
le llegaba.
A un tiempo con el destino
de su imaginada aurora
de añil sueños.
Y en el insondable espejo
que le atrae, enumeraba
los secretos.
Y se ofrece religioso
por sus largos corredores,
trasmutado
con sincera lid de busca
en el desparejo atlas
espaciado.
Y sereno, con aspecto
de mañana, poco a poco
y a medida;
obra en modesto carácter:
A modo de cenicienta
seducida.
2
Mi alegre compañera,
de ti concibo
que me das la sed fiera
que necesito.
Me alumbras el camino
de hallado valle.
Con optimismo brillo
de nuevo aire.
Con todo mi deseo
la avidez mía,
profunda va sintiendo
la nueva vida.
Nacen de un corazón,
donde mana agua
viva; con la ilusión
ciega que llama:
A tener tus encantos
que tanto quiero,
al juego de mis manos
que en lid sujeto.
Y recreo los días
de ese milagro.
Me atraen melodías
que voy soñando.
3
Dejando su eterna feria
de los juegos bulliciosos.
Conducido
como ligera tocata,
sube al paseo Rosales,
abstraído.
En el ocio de la tarde,
rigen limpios los colores.
Vierten tanto,
que la echada le detiene
con la vista fija a cielo
recobrado.
Con la noche, libre goza
las estrellas del espacio.
La añoranza,
como las chispas errantes
alimentan su memoria
y repasa:
Lejanía que le invade
en aquella maravilla
de su infancia.
Como prisma seductor,
un pensamiento atractivo
lo llevaba.
4
Esta dulce querencia
a otro tiempo alejado.
Conduce la cadencia
que sustento y repaso.
Me bendigo la suerte
de ensoñar la figura,
que mi vida embellece
de luz y de dulzura.
A la que invoco y cito
a recuerdos y encantos.
Son de oro y reavivo
los fuegos enamorados.
De todas esas noches
de mágicos misterios,
de emotivas visiones
de animados cortejos.
Realizan el prodigio
que me da la serena
imagen, que conmigo,
convive y me alimenta
A la total entrega:
Como fuente de vida
que como río queda
y en mi pecho transita.
5
Le basta apoyar el pie
y se le abre el instituto.
Satisfecho,
canaliza a su cuidado
su hora alta de futuro
de aire nuevo.
Tranquilo y claro al destino
fía y quiere su color
en el beso,
de blancura hermoseada
de la región de las sílabas.
Al obsequio
de un rebelde deleitable,
convencido de su mundo
luminoso.
Y se regala encendido
con estado de conciencia
dulce a todo.
Arcanos números rigen.
Y prisionero, atesora
las pisadas.
La espada de Excalibur,
le clarifica unas manos
anheladas.
6
Paso las primeras nieves
a la norma de mis versos.
Donde sujeto a mis manos,
dándome tiempos a tiempos.
Con cuerpo en olas de fuego.
El útil a mis batallas
contra este soplo de infierno.
Ir templando mi valor,
con hechizos que sustento.
Con cuerpo en olas de fuego.
Y mientras que en el camino
a la tormenta retengo,
un hacha voy realizando
en mi propio pensamiento.
Con cuerpo en olas de fuego.
Subiendo a la cumbre estoy
que fundamenta el lucero.
Creciendo con esa fiebre
que sacia sed al deseo.
Con cuerpo en olas de fuego.
Para quedar en lo alto
con la mirada en el cielo.
De estrella en estrella roja,
de un mediodía al que ruedo.
Con cuerpo en olas de fuego.
7
Y respira a su manera
con la aventura en los viajes.
En aquellos,
donde se emociona y gusta
de unos frutos que resbalan,
de otros pueblos.
E inspirado se maneja
ensanchando su horizonte.
Y completo,
se derrama en el ruidoso
callejear de las ciudades
de su tiempo.
Y de seguir el modelo
de formarse en el espacio.
En sucesos
de riquezas poseídas
de esos campos y metrópolis.
Y en recreos
de disparar redondillas
disfrazadas de mensajes
de agudeza.
Que las traza con adornos,
a sabiendas que perviven
de luz nueva.
8
Bajo las constelaciones,
en poesía consistente;
con materia de azabache,
la noche me resplandece.
Poesía que se hace signo
en la edad noble del viento.
Canción dulce que me late
alta y sincera en el pecho.
Poesía que me alimenta,
en línea de los colores.
Canto que alegre desgrano
en ventura de oraciones.
Poesía que me acompaña,
en movimiento continuo
en rueda de noche y día,
de un caminar encendido.
Poesía determinada
del sano amor de los Pueblos.
Donde aspiro la fragancia
de una alborada de sueños.
Poesía
a futuro abierto
a una mañana de gozo,
que se confirma serena
en hija de río propio.
9
En aquella independencia
el destino le depara
una ráfaga
que le gira en fiebre y hora.
Y entra claro en el oráculo:
En la savia
de su tiempo y de su mundo.
Y al sentir suyo el destino
que le atrae,
le desgarra el velo oscuro
siguiendo toso un mosaico
que se le abre.
Y al nadar entre el tumulto,
con la fuerza de los sueños,
sanea aire
por los rojos laberintos.
Una historia de cuidados
donde esparce
y se nutre por la tierra,
emulando a la paciencia.
Alto y fuerte
hace suyo ese deseo
que se lo guarda en su pecho
y florece.
10
De qué jardín, de qué tiempo,
de qué mármol o columna,
tu mano mi sueño alumbra
la esperanza de mi huerto.
La luz que me das soñada
evidente y repetida,
une mi sueño a tu vida,
por donde quiera que vaya.
Este sueño a nueva luz
a memoria sin fatiga,
modela vida a mi vida
lo mismo que un día azul.
Vida que nutre y complace
adonde esté la mañana.
Y me inicia en la batalla
de la visión que me atrae.
La corriente que sustento
y que fluye a nuevo ritmo
con su fraternal latido,
en lírica y furia; centro:
Alto de hierro y cristal
dardo en acierto estimado,
a camino enamorado
con osada libertad.
11
Tierno, despierto, redondo.
Creador de propia corriente
en verdades.
Firme late con dulzura,
de esas demasiadas cosas
que le atraen.
Y muchachito recluta,
con alegría y dominio
cadencioso,
ha descifrado el aviso.
Va juguetón e ilusorio
hacia todo.
Ya poeta de sí mismo,
a la manera de un astro
en su cielo.
Procede con la tarea
de su mundo, dando base
al lucero.
Con la sólida andadura
de una materia incansable.
Que desgrana
con destreza, combinados
pensamientos, con el signo
de la llama.
12
El amor me llega
con impulsos de oro.
Que asciende y revela
camino a deseo.
Voy enamorado
al más alto templo,
que ofrece más vida.
Con sonrisa a baile
como medicina.
Conmigo la vida,
vestuario de lujo
a tiempo de dicha.
Provechoso quedo.
En redondo giro
y niño me entrego.
Las manos se tornan,
las olas me besan
de las mismas cosas.
De increíble aroma
que cae de ensueño,
que armoniza y posa
a música ardiendo.
Con su aire feliz,
de un vivir perpetuo.
13
Su novedosa aventura
le radia, un viento propicio
de aureola.
Larga suerte, que entreabre
a una corriente, la encauza
y la forja.
En las notas de su voz
y con precisas señales
se proyecta,
en línea de nuevo grado
de un abierto porvenir.
Que le deja
como fruto de sí mismo,
enmarcado en su destino.
Satisfecho
su cuerpo a todas las formas
de la lucha verdadera.
Ofreciendo
con un aire de fragancia,
esa carga de infinito,
que maneja
y descifra en sus momentos,
con la fuerza de los sueños
que no cesa.
14
Compañeros, tenemos que aprender
del sueño verdadero.
La llameante ave de toda palabra
en su alto movimiento.
El rayo brota con la nube humana
forjado en propio acero.
A todas las razones que cosechen
las mañanas que llegan,
desplegar hechos ante vuestros ojos,
tantos como se puedan.
A fin de que se llegue preparado
a batallas que acechan.
Buscar constantemente al enemigo,
allí donde se encuentre.
Nos servirá de guía la útil praxis,
que a guerra nos conviene.
A este viaje por sí solo de encanto,
lleno de fuego presente.
Camaradas, aquí mi mano franca.
Vuestra será mi frente
y vuestras las canciones y las fábricas
de una tierra reciente,
a sed de innovaciones efectuadas;
que a pura alba se eleve.
15
Del mismo enamoramiento
las manos se comunican
y se abrazan.
Los mismos sueños, la misma
psicología en las cosas
les arrastran.
Compartiendo la frescura
de la música que sienten
y la trazan.
Poseídos de una vida
que la elevan con su vuelo
y volaban.
Alimentando su poema,
gozo de química lumbre.
Con la imagen
fantástica y decisiva,
en la fábula que rueda
ya constante.
Un futuro esperanzado,
lleva a día luminoso
de un mañana.
Y alcanza lo inalcanzable,
bajo el saber de lo humano
que a luz se alza.
16
La rama juguetona,
oscila con susurro
en blando movimiento,
su silencio desnudo.
Rumores de agua errante
tras el follaje fino.
Con su luz y su sombra
con su frescor idílico.
Colores que se gustan
con la nube que flota
y vestida de luces
flamea, y enamora.
Una rosa se ofrece
con delicia ligera,
al polen que la cubre,
cuando la brisa orea.
Cadencia concertada
a un pie suave y seguro,
que toma el beso humano
inagotable y puro.
En el aire vibrante,
el perfume me envuelve
a una vida más alta
con delicia de fiebre.
17
Con la llave de la suerte,
encariñados comparten
sus caminos.
De bailes por las Vistillas
de paseos por el Prado…
Y cumplidos
con un Madrid avispado:
Ríen, charlan; con piruetas
alumbradas.
Decir verdaderamente
la dulzura de las uvas
y las aguas.
Los dones de su vivir
los encauzan con destreza
a los juegos.
En la edad de ese dualismo,
de cantar epitalamios
y aires nuevos.
Con los modestos secretos
de un diamante que reposa
en su sitio.
Que nos tocan y nos dejan
sus puras luces al tacto,
grato y fino.
18
Una afluencia de gentío
toma las calles y marcha
-oro, seda, sangre y sol-
en su rumbo hacia la plaza.
Claros colores al viento
en relámpago frenético.
Que me ciñen y me empujan
y cristalino me entrego.
Con expresivas acciones
aguijonean a un toro
en la plaza.
Al lanceo
de un Pueblo que pide a coro:
Música, música, maestro…
Que el toro dance en el ruedo.
En la fiesta en la que a todos
prenda y fluya con su fuego,
con la muerte de la fiera.
Jubileo que se abracen
de aclamaciones alegres
en ¡olés!, que no se apaguen…
Besos del amor me dan
fino marfil de los Pueblos.
Con la imagen señalada
al rizado de los tiempos.
19
Con la muerte y su vacío
y éste revés de la fiesta.
Entre ácidos,
pasa la fuga del día
y en su pecho lo tedioso
de los pasos.
La angustia de la existencia,
menoscabando los aires
le consume.
Soñar tan solo este zigzag
de mañana venidera,
y se cumple.
Con su querer lastimado
profundamente sensible
al bullicio,
busca la noche callada
a un dormir que le module
su equilibrio.
De este silencio de piedra
con su sorda mordedura.
Desolado
va perdiendo la fragancia,
que en su camino a la luz
se ha trazado.
20
Bebido en llanto sostuve
a su cuerpo entre mis brazos.
A días de su partida,
aún siento olores dejados.
Extraviado en el dolor,
enfermizo y sin remedio,
de noche iba conducido
por su ternura de cielo.
Ala magia de su línea
anuncié mi soledad
para siempre. Me reintegro
a la faz de su verdad.
Y a la cita de esa luz
el día me da en la cara
y flota entero en los ojos
reforzando mi morada.
Soy su memoria y soy otro
y no conozco otra dicha,
a este ritmo de la sangre;
a que el sueño se reaviva.
La brújula de la casa
que comparti y entonamos,
sabe a gozo permanente
y se renueva en mis labios.
21
Tiende el recelo su trampa
en el momento preciso.
Y doblados
aceptando los puñales,
traman su propia agonía
resignados.
Tristemente y de tal forma
que se pasan silenciosos
a la selva.
Que con su odio los engullen
en conjurado bosquejo,
y hacen mesa.
Era la hora gris obscena.
Las traiciones agresivas
se repiten,
en las miserias humanas.
Y en su arriesgado festejo
lo persiguen,
con desgaste soterrado.
Contempla aljibe profundo.
Y en su espejo,
las pesadillas rimadas.
Mientras su romance asume,
daño y precio.
22
De saña cercado.
Y yo en mi refugio
peleando en el fondo
a ráfagas de aires,
que erguido empujo.
Aunque tus pisadas
me atrae y me eleva
-esperanza aparte-
te grito en mi ensueño
de sombra que vuela,
transido de daño:
Bienaventurada
en la música del
nacido reposo,
mi devota amada.
Esta gota a gota
sobre mi cabeza,
este tormento, esta
enajenación,
sufrir no te hiciera
mi rosa profunda.
Unida a mí estrella,
fuego darías a mi
sangre y a mis ojos,
fuego de tristeza.
Bendigo la suerte,
que yo solo beba
este cáliz, con odio
y rabia callada,
de patente piedra.
23
Asimila que consume
una etapa de su vida.
E interpreta
la agonía en los adentros,
y tañe el rezo del réquiem.
Donde vuela
su azul, de un cielo y un tiempo
de alas cargadas de sueños.
Proyectados
con esa larga ilusión,
que se nos llena de luz
en los pasos
de una sombra entre los vientos.
Camina con el macuto
y en sus manos,
se enciende nueva existencia
de los días hacia el oeste.
A otros años
con afán, con el olvido
y sin línea de visión.
Donde sube
atrevido, en el comienzo
de comprender y a sonreír,
ya sin nube.
24
Tan
altas como la noche
furias de gatos salvajes.
Y a can en llamas, le vence.
Sin llama, carbonizado,
humo negro en negra noche;
para nada, para siempre
La congoja y la agonía,
son los tiznajos amargos
a los días y al poniente.
Savia de fuego gastada
en desalentado cuerpo
atado, inmóvil se muere.
Un vivir que sobrevive,
solo valora la vida
corta, de gloria perenne.
Profunda calma quisiera
en los lugares de olvido,
con el jardín que me quede.
FIN, 2009.
Contacto: pacofenoy@hotmail.com
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