DE UN SILENCIO QUE NO MUERE
Francisco Fenoy
PROLOGO
Sí, he leído atentamente los versos de Francisco Fenoy, DE UN SILENCIO
QUE NO MUERE, y diré que…
El hombre que protagoniza esta historia, ha tenido tiempo para observar
al silencio y, “Hasta el lugar de donde asienta sus dominios.” Se transforma,
comulga en el despojándose del peso y su
materia, escurre vestimentas y ruidos, quedando ahí, intemporal y libre; su
serenidad sobre valles, sobre riscos y hondones; toda la extensión a su mirada
sin prisa de vivir, a golpe de horario y de paciencia.
En estas páginas, Francisco Fenoy, dice; se
despereza, / y visible se alza en su soledad: / Densa palpitación de alas
abiertas, en su nueva corriente de gozo…” Percibe la libertad, el lirismo, los
colores que arropan dimensiones recónditas, donde sobrevolar contemplando el
culebreo del rio; se adueña del espacio y soledades, y así, descubre, “DE UN
SILENCIO QUE NO MUERE” sugeridor de espacios y destinos, y como dijo el cartaginés,
Aníbal, “Hallare un camino o me lo abriré.
Se nos habla “de un tiempo
comprendido en otras horas” de locas alegrías, de danzas, de relámpagos en los
juegos eróticos, de experiencias veladas; pero en huida al encuentro del amor
presentido, yendo a la “Nueva Luz”.
“En rojo amor” Le enamora un destello que le estrecha la mano, dice: “Y
después de un silencio, / y parados en medio del silencio, se comprendieron/ se
miraron/ como rutas cruzadas sin retorno.”
“En corriente que sigue y se sucede.”
Diría, que son poemas que discurren entre una reflexión personalizada,
social, en la esperanza de encuentros con equilibrio.
“Sangre y vino fuerte.” Se nos muestra un pulso definido y firme, un
perfil-denuncia de lo que considera indeseable, pero ya sabe, “Del monte y su
frescura” de la “sana raíz de rojo verso vivo… de “sabio, de gozo dulce,
reposado.”
En sus versos, Francisco Fenoy, deja abierta la puerta de su corazón, y
ahí, quedamos asomados a sus sentimientos, reconociéndole siempre, y
agradeciéndole esa naturalidad, de no disfrazar su poética con cuentos.
Irene Mayoral.
Si son nocivos (y
estúpidos)
los habitantes
donde vives,
evita su
compañía. Y si te obligan
a unirte a ellos,
abandona sus
tierras. Aunque tengas que
ir
al
desierto.
Maimonides.
NUEVA LUZ
I
Cuando en la voluntad de
la ciudad
predomina,
un conjurado viento a poca tierra
con sus playas desiertas;
desdichado y prudente se retira
de ese cielo vacío.
Mueve su aire con calma silenciosa.
Se nutre en la raíz de su verdad
que ni la muerte puede ya matarla.
Y caminan sus pasos
en voz oscura, que le pide términos
en venerable asilo.
Y a su pedido tiempo sosegado
halla puerto seguro en medio de este valle,
recogido de
llenas soledades.
Aquí anda por su rio, y sigue sus impulsos
embebido de tanta espaciosa armonía.
Y llega a todo término,
a la ensoñación, de su mismo paisaje.
Y toma asiento en rítmico rumor.
II
Despierta un
nuevo día.
Y con el aire que le comunica
la transparente
luz,
ensimismado
palpa su legado.
Y conserva tranquilo su desnudo.
Camina solo y sabe lo que quiere.
Afable explora el bosque
y los arboles le transmiten sueños.
Sube a las cumbres
y las promesas le sonríen.
Se vuelve a la rivera
con piedra, vegetal, y agua; vivos de ocio.
Y se alimenta
en el seno del rio, o pulsando tareas
en amoroso reino.
Halla el lugar adonde asienta sus dominios.
Y construye y conserva la morada.
Descansado contiguo frente al fuego,
late y reluce como la noche suave y libre.
III
Dejado atrás su
olvido,
pone su pie en la tierra.
Y como roca erguida
se ahonda en su silencio.
Buscando la semilla de su continuo viaje:
Manantial que trascurre
con desnudado
afán.
Donde se encuentra y vive
y descansa su mano:
Amante de este valle y estos montes
como firme columna.
Para no estar perdido con sus tactos
o de su negligencia o abanico ventable.
Se planifica dentro de una escala
sobrado en movimientos
sin la exigencia en vida acelerada.
Ya piedra planta.
Y la norma de reglas limpias y jubilosas
se despereza junto con el día
en densa pulsación.
IV
Con este
clamoreo en cuerpo vivo
en su nueva corriente de reposo gozado,
desea que, entre tanto,
pasen los días sea el norte:
momentos bienvividos con sustancia de luz.
En la edad que domina al tiempo,
con apacible modo
e intenso, planta su árbol y elabora.
Y tangible sus manos
alcanza toda la conformidad:
Recibe el fruto.
Que rodea su cuerpo con olor a camino
en toda la
extendida vista diáfana.
Entregado en su
ardiente soledad
va levantando el vuelo en soplo
lirico.
V
Cuando tienta
la nueva luz, cumplido
y feliz se concibe en su trazado.
Que con victoria deja el cuerpo ajado,
a más allá del logro conseguido.
Se toma como ser reconocido.
Y suma vuelo fresco a nuevo estado,
que trasluce con paso combinado
a más allá de viaje concebido.
Y le devora espacios a los días.
Y rico y misterioso se requiere
a entrelazar ocultas melodías.
Que siembra con poemas que prefiere
de su afín soledad. De osadías
que extrae de un silencio que no muere.
DE UN TIEMPO
COMPRENDIDO EN OTRAS HORAS
I
En el tranquilo valle.
Goza de verde playa, del
color de los días,
de corriente tendida en
calma sólida.
Por su trazado diario
el cuerpo se hace al nuevo ritmo.
Donde reconquistado se consagra
con alegría dentro de su entorno:
Soledad que palpita por el pasaje en línea.
Una lejana música
sacude la vereda.
Y se levanta al toque de la misma.
Y se acerca curioso
descuidando el paseo cotidiano.
Este hombre solitario, en una tarde grana
ante la algarabía de la aldea
se retiene un instante.
Y entre aquellas figuras de mujeres y flores,
un aire de criatura le despierta la sangre;
de un deseo confuso y mitigado.
II
Aire de fuego trae
blanca olorosa viva llama,
que poco a poco va sintiendo.
Nuevo afán de capricho inesperado
que piensa en navegable.
La ilusión acaricia
con la presencia de otro cuerpo
de un tiempo comprendido en otras horas,
que le motive y colme.
Sustancia de criatura que aviva otras aguas,
le excite manifiesta compañía.
Y ligero sin término en sus pulsos
se presenta ante aquella admiración,
que agradable sonríe satisfecha.
Siempre en loca alegría
con el creciente embate.
Que inundación de sumas de oleadas.
Que sol cálido beben en sus vuelos
con la flotante luz del bosque.
III
Presencia
de relámpago vital
que siente como nueva luz.
Que le arrastra y le quita las preguntas.
Y disfruta el capricho de vivir el origen
en danza divertida.
Y sostiene encendido el árbol vivo
con renovado celo.
El color, el olor,
la gracia como encanto en movimiento
en su escenario de aire libre.
Con sus juegos eróticos
sin ninguna barrera.
En donde le palpita la sangre en boca y dientes.
Perfumado va por el valle:
Mojado de ese aroma que se eleva a latido
de horas encadenadas,
que le distraen hasta de su conforme espacio.
Donde su cuerpo brilla a las miradas
que la naturaleza le alumbra en su apogeo.
Que lleva dentro y nace con el instinto virgen.
IV
Vuelven las
pesadillas olvidadas
al exento rebelde.
Mediante pacto con su compañera
se las dirigen sin respiro.
A la par como hastío resignado
como de preventivo cortafuego.
Triste historia a cintura traicionada
con la misma materia definida.
Fruto obsceno abandona.
Carne y besos que debe de olvidar dignamente:
A medida, sin pena, ni distancia.
Despacio en la corriente de su río.
Con el silencio extenso en agua y aire
afín con el silencio en la morada,
y al conveniente olvido de su nombre.
Que entrecruza en atajos y en sus lazos se mece:
En donde vive y
sigue como diamante puro
en la confianza más profunda con
la tierra.
Adonde se recobra en sus raíces.
V
Danzando libre
como el viento danza
recibe lluvia suave encantadora.
Y la huerta se labra evocadora
con semilla nutriente de labranza.
Allí tenía toda su semblanza.
Allí tenía tiempo en fértil hora.
Y nuevamente goza y se decora
en la corriente, de fluida romanza.
Como callada noche, celda encierra.
Adapta su semblante frente al duelo.
Y seguía despacio haciendo suelo
en transparente rio, aire y tierra.
Que su pequeña voz de nuevo gana,
en paz a día y paz hacia mañana.
EN ROJO
AMOR
I
Esos días vencidos
de su pasado con su frío
cansancio, le hunde en su presente.
Una parada viva,
un eco rezagado que retiene un instante,
un recuerdo a mentiras.
Seres acomplejados que viven en el miedo.
País, en delaciones
flotando en una noche sin ninguna esperanza.
Deja como legado un tufo a indiferencia
que perdura en el tiempo, y se
mantiene.
Es la verdad a fecha.
Ante este absurdo y a esta altura,
le fluyen las ideas en visión más feliz.
Que le crecen con hilos de humo
de rescoldo perenne.
Sin otro amenazante que el silencio,
hace de las ideas que sostiene
su propia base.
Y va contribuyendo en la confianza.
II
Como de una conciencia ante su tiempo
este ser combativo, lucha
contra lo patológico del miedo.
Y antepone, lo honesto y lo justo, a lo útil.
Y penetra en el bosque.
Un bosque que le envuelve y que le nutre
con su vapor liviano.
Y le limpia la sangre
en su amor transparente hacia la luz.
Y se sirve de su presente.
De este silencio grato de su apacible valle.
De este silencio humano
para darle su norma
a la esperanza
del futuro.
Y al roce de su mano
con alas que le guían de rio luminoso,
derrama su alegría jamás vista
en las páginas blancas.
III
Dándoles un
latido a otros
de entusiasmo y
confianza,
a sí mismo
también se airea:
En la sed laborable
de su memoria y vida.
Funciona el aire y el hecho brota.
Ligero como noche a toda trama,
un tipo de sonrisa triste
le saluda.
Hablaron del pasado, del tiempo, del viento;
de la vida inmutable.
Y el pulso estuvo oyendo, palabras y palabras:
Un trenzado con odio y miedo turbio.
Y después un silencio.
Y parados en medio del silencio,
se comprendieron, se miraron;
como rutas cruzadas sin retorno.
Vencido y vencedor al mismo tiempo,
la libertad sentía aun más grande.
Y su risa flotaba como un globo.
IV
Atrás queda
su vibración convulsa.
En su nueva armonía
vive tan abundante la corriente del rio
que el agua le fecunda de ternura.
Fiel recoge ese líquido,
y sus manos transmiten
luminosos envíos.
Se eleva sobre si calladamente.
Y al elevarse en tan amena escala
y frente al
desafío,
encuentra el ritmo.
Y teje
persistente
los hilos
invisibles de una raíz sedienta
que le sostiene en vida.
Y poco a poco ve
crecida su confianza de empleado ejercicio,
con luz que le golpea en la cabeza.
V
De la tarde de
otoño el agua viva
le penetra y desvela todo trazo.
Y gusta de las aguas que su brazo
separa viejos cauces, abre, liba
otro nuevo, que con frescura activa.
Y tanto el lance y tanto el vivo lazo,
que le tienta el silencio con su abrazo
y lleva los deseos aire arriba.
Más dentro de este otoño, la fontana
dando vueltas a brotes de mañana
le promete su mundo: pan y vida.
De alentada cadencia el miliciano
pan y vida transmite de su mano:
En rojo amor, con honda sacudida.
CORRIENTE
QUE SIGUE Y SE SUCEDE
I
Pasa el tiempo
en el lento crepúsculo de otoño.
Y a la luz de las tardes sosegadas
contempla:
Como el tiempo se va, despojándose
tan alto y tan profundo
como requiere el aire.
Animado camina en su trazado.
Curioso el rio excede y se regala.
La flor y el fruto aumentan
y en verdes lazos,
el valle se enriquece
de ramo apetecido.
En su
recogimiento
a la par la razón se abre y desgrana:
La pugna del ayer con el mañana
en verbo a pasos libres.
Y ajusta, como un guante las ideas.
Y la soledad crece y se acomoda
en corriente que sigue y se sucede.
II
Áspero viento
trae nuevas chispas
con desalientos de hambres oficiadas,
que sacuden conciertos con sus negros cuchillos.
A unos en sobresaltos de vocación a rezos
en otros, a resacas que ladran sus deseos
de vaso envenenado.
Faltos,
sin ninguna semilla válida
su esperanza camina confundida.
Y en la guía de inquieta voluntad
se motivan
con preguntas de nueva luz.
Tantean otras sendas
y requieren ayudas del nuevo aire rojo,
a fin de pan y vida necesario
de universo sin sombras y sin llantos.
III
El soldado dichoso en la esperanza
considera y deshace nieblas.
Prueba que le acompaña con latidos
que apremian la espiral y reconducen
a medida de grados su evidencia.
Acordes que reaniman su activa soledad.
Sin ningún fantaseo el puño eleva.
Y en desafío con su triunfo,
triunfo propio que antaño comenzara
la tarea remata y la
consigna remonta.
De los que indagan sitios nuevos
con sus giros a sed,
la innovada Sirena con su hechizo
le penetra o penetrará
la ruta que define y soluciona.
IV
Como semilla
hay
le convida a promesas.
Y desde su sereno valle
se interna por el bosque.
Bosque que le transmite su lectura.
Y reluce eficiente de fortuna
al ir desmenuzando sensaciones.
El otoño declina
y no tiene vergüenza de llevar el compás,
ni miedo a los ahítos de noviembre.
Y camina y no baja la cabeza,
porque la tina mana, la cocida
dosis de la esperanza.
Sus días de lecciones aumentadas,
llevan el mismo afecto
que soñara de joven,
entre el sol y las lluvias.
Sin torpezas ni ruidos,
alguno entenderá
la entera validez
de la ruta a la estrella.
V
Fruto propio y redondo ha levantado
con hechizo en sonido a campanada.
Y una sonrisa emerge enamorada
cuando aprecia su norma y su azulado.
Verbo sereno en alto ritmo alado
de nueva esencia a época
alumbrada.
Y la sonrisa crece
perfumada,
de jugo vivo y foco abanderado.
Su vuelo levantado en la esperanza,
le da a la noche el zumo necesario
en verdad manifiesta de alimento,
inexorable; con perenne danza:
Foco de su bandera en su ideario
a que proyecte luz al movimiento.
CON SANGRE Y VINO FUERTE
I
Un día y otro
los golpes se repiten en la Noche.
Y caminan con ruidos sordos,
suben y seguirán subiendo.
Noche que nos golpea con juegos papelistas:
En gestiones que
llaman útiles y sensatas
o, conducen palabras cautivas y caducas.
Noche que nos
golpea cuesta arriba:
Con aquellos que pasan hambres,
con aquellos que tientan las
tinieblas.
Y unos chicos confusos
que miden su fracaso o aventura.
Captan nuevos sonidos de la nueva
campana.
Y en su desfile sin historia
le saludan y citan a ponencias y
viajes.
Y el viejo miliciano derrama su memoria,
noche abajo.
Y duda en la pureza de ese olor.
II
Sin despedidas,
sin nostalgias.
Sin aventuras que le agraden.
Con palabras que dice y en obra lo confirma
con el lazo sensato
en su obstinado acopio con verdades.
Sin mudanza,
como metal de acero duro.
Sin tristeza,
en la senda trazada.
Sin olvidar su amor:
Aminorada deja la alegría
de nocturna impaciencia.
Y en los días serenos de su
apartado valle
seguir la austera soledad
que su deseo
persiste en esa extrema animación.
Ya con la partitura conseguida
en la esférica esencia del silencio.
Sin nada más,
que radiar roja luz.
III
Su reposo bendice.
Privilegio que enseña la memoria,
de esta vida que vive
en sentido tan alto,
que mantiene la fiesta que recibe.
Y desnuda su ritmo
de amor dulce aun mundo descubierto:
Nervio a nervio subido
con ojos de mañana,
de los que todavía no han nacido.
Con la redonda dicha
del que contempla dicho ritmo a tiempo.
Con esa idea en línea
con que se alza atrevido,
de tantas sensaciones presentidas.
Y despliega su mano,
no vencida de luz en corrupción.
IV
Se pregunta si
mora la riqueza
en palacetes, en mitad de la umbría o solana.
Cercados de una reja eléctrica,
con circuito infrarrojos y de televisión.
Con matones, sicarios, drogas, letras
de cambio, pagarés…y cartas en la manga:
Con aunadas medidas que las juegan
con placer enfermizo a Gran Hermano.
De nuevo se
pregunta, vive ahí la riqueza
o naufragio esparcido en Corte Manicomio.
Donde solo se engendran
abortos gangrenosos, hijos
de un flujo de esa nube ciega.
Ávidos en codicia vil:
Crepúsculo vacío de amontonada hiedra.
Sus miserias, sentencia, suben a
lo más alto.
Lo que vive no está en la nube fétida,
sino en la que respira y fluye el agua,
donde late la vida roja, y siembra.
V
Hoy anda por el
valle y por el monte.
Hoy goza con el bosque y su frescura.
Sin gestos vive y siente feliz cura
y mira largamente el horizonte.
Un vuelo azul destella el horizonte.
Viento indignado avanza en la llanura.
Y sonríe y derrama en agua pura
la llave, que seduce tras el monte.
Luz de reloj y viento determina
sana raíz de rojo verso vivo:
Cuerpo de amor en fuego levantado.
Días que canta a dicha matutina
con sangre y vino fuerte, donativo
sabio, de gozo dulce, reposado.
FIN. 2.010.-
Correo-e: pacofenoy@hotmail.com
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