CAMINANDO
Francisco Fenoy
PROLÓGO
Francisco
Fenoy, nos presenta en Caminando una poesía donde la amargura surge de forma
sencilla y espontánea. Aun así, el dolor con el que nos enfrentamos no es un
dolor gritado, sino asumido, de igual manera que la naturaleza asume su propia
catástrofe. Por eso, también nos encontramos con poemas en que la naturaleza
misma la que maravilla al poeta con su paisaje melancólico, unas veces sombrío
y otras luminoso, pero siempre inmutable en su esencia.
Enrique Valle.
Del poemario
Caminando: Versos caracterizados por un gran poder de síntesis y un agudo
sentimiento.
Norma Suiffet.
SÍSIFO
Feliz, sublime,
la lluvia absorbe con cáliz de estío.
¡Cuántas las rosas deshojadas
por su adolescente postura!
Mientras flota la Sombra alrededor de su existencia
por su excesiva burla a la sinrazón impuesta.
Marcado para ejemplo,
las Iras,
le imponen terrorífico castigo.
Ilusionado de leyenda
con su gracia de libertad,
se rebela emotivo
de automandato,
en gozo de combate diario
en la estéril afirmación.
De ardor vivo,
encuentra demasiado pronto
la razón de su ser,
ciego mortal.
No son eternas las aguas que manan
pronto llega el estío y después del estío
las hojas otoñales que se ahogan
bajo las lluvias francas, donde se van perdiendo
ya su pálido fuego.
Perdida la liturgia,
sólo una voz oscura le acompaña,
dolorido secreto de su soledad:
Negación
Yerro. Quemada tierra seca.
MOISÉS
Despacio,
desfiladero arriba.
Serpeando una que otra curva,
un que otro lago,
deprisa el cielo se irrumpía
proyectando su sombra sobre el pasto
de verde oscuro y negro zaino;
con las malas entrañas
de un egipciano.
Indiferente,
sin importarle nada,
ni la cima, ni el tiempo, ni el espacio.
Con la herida de la sangre en su mente
por momentos, borrándole la senda,
se halla
ante el último lago.
Solo con su dolor esencial.
Como un autómata
circo arriba subía hasta el collado.
Cuando se oculta todo el monte
de una densa y oscura nube.
De pronto,
los truenos se originan
y alumbran los relámpagos.
Deslumbrado,
en un acto de cólera
fulmina con su mano un rayo.
Con augusta serenidad
bajaba entre vapores grises.
Cuando la llama del fuego salía
de en medio de una zarza.
“Quien teme de la muerte,
no goza de la vida.
El miedo,
primer tirano que hay que extirpar.
Ágil de ritmo,
claro como la lluvia en primavera,
seguro y destructivo como lava de volcán,
se internaba por la llanura
verde, espaciosa.
Mientras se confundía en el espacio,
los rayos con las nubes, peleaban.
ROJO SOBRE NEGRO
Cementerio…Los muertos
cenan. El horizonte tiembla.
Lejanía flotante. Viento.
Tropel de espuelas.
Llanura maloliente
y cielo tenebroso
con Hambre, Peste, Guerra y Muerte.
Tropel de espuelas.
Soledad fúnebre.
Sombras. Formas humanas
avanzan. Azote.
Tropel de espuelas.
Bestias de viso fratricida
marchando entre las tumbas
destruyen y devoran,
¿cadáveres?
No, sólo las cenizas.
Estrépito de espuelas.
Famélicos puños cerrados
desfilan con dolor junto a la hoguera.
Conmemoran:
Justicia.
Arriba, alborada.
Abajo, música de espuelas.
Justicia.
Y SOLO CON ILUSIÓN
Y sólo con ilusión
sin ningún medio de ayuda
entre muros hice aguda
y sutil intervención.
Siempre con noble intención.
La esperanza sólo flota.
Voy arrancando una nota
apasionada o burlesca
de forma rocambolesca
a mi osada lira rota.
PASAJE
Desembarco.
Fuego. Humo. Viento.
Quemando
la rabia dentro.
Mientras
la oscura niebla
seguirá
como pesada losa
cayendo.
Sombras.
Conjuro de los doce
junto a la llama.
Brindis, chanzas, canciones.
Bajo el ardor de la queimada.
Tras la fría, tras la húmeda,
turbia, revuelta niebla:
La queimada,
una luciérnaga.
Ligera Cuba
amanece en la sierra.
EN LA PLAZA
Herméticos uniformes.
Masas humanas sobrecogidas.
Mar en movimiento.
Oleaje.
Detonación.
Estampida de muchedumbre anhelada.
Humareda, carreras, carros blindados,
vallas.
Disparos. Sirenas. Ira.
Oscuridad cóncava.
Rostros encendidos
y plumas en las gargantas.
Asesinos, asesinos, asesinos.
Roja y sangre la tarde en la plaza
con la praxis de la rabia y de la idea.
UN MEDIODÍA
Un mediodía
emprendimos la marcha.
Íbamos
con la frescura de nuestro destino.
Donde el sol
y las nieves nos envolvían,
llenos de luz.
Bajando a la garganta,
cogimos el camino de las sombras.
Allí los vientos,
y de las aguas
las crecidas corrientes;
ora nos colocaban los obstáculos
ora nos desplazaban sin cesar
a, otros horizontes. Les cundieron
la turbación y el pánico,
perdiendo la medida de sus pasos.
Y uno a uno se fueron extraviando
en esa lenta evolución,
del hombre hacia la bestia.
Ahora camino solo por la sombra
en una tarde,
sin paisaje ni espacio.
Donde el silencio del cañón
sin cesar me golpea.
¡Qué tumulto de voces tan lejanas
habitan mi cerebro!
¡Qué de rumores tan confusos!
De cuando en cuando vuelvo la mirada
y mi pecho, es todo
llanto.
Pero mudarme
no es ni honroso ni justo.
Voy como lobo encadenado
tambaleándome
con mis propios talones.
Buscando los rincones solitarios,
los lugares de olvido.
CUANDO ME HALLO EN LA SIERRA
Cuando me hallo en la sierra
y de noche cierro los ojos:
Siento mi cuerpo piedra
y mi voluntad sombra y lloro, lloro,
porque corre la sangre por mis venas
y mi corazón sigue aún latiendo.
SATURNO
Rompiendo el ritmo.
Sin despedidas.
Con sus cabellos grises
su guadaña y cayado,
camina solitario.
Diáfano valle.
No se movía el aire.
Y queda devorando los silencios,
quieto como una roca
dormida al sol.
No se le vence al tiempo
se le domina,
si se conoce
su pasado y futuro.
Confiado
abre los ojos a la luz.
Erguida junto al pozo blanco
y el jardín diminuto,
sonreía.
Verla y sentir su cuerpo
fue todo.
Magnético perfume.
Y se detuvo.
Bebiendo de su magia
agua viva.
VEN AMADA
Ven amada, remonta el vuelo.
Ligera, siempre ligera a la playa verde,
adonde mi amor estará contigo;
hermosa mía, más verdad que el valle.
Semilla de mis huesos y carne de mi carne.
Amorosa levantas vuelo.
Suave liviano viento. Vida.
Paraíso delicias de mi huerto cerrado.
Tomemos del jugoso y dulce fruto
bajo la sombra fresca del manzano.
Descansando levemente en mi seno,
que me elevo contento de tu amor.
TE RECUERDO
Te recuerdo.
Brisa fragante del valle.
¿O serías la canción?
Hoy paseo con mi amada
por sus riberas y sotos
hasta que el sol se acuesta
en la cumbre.
Como a ella le agrada
de ir a ver.
Y cuando
se enciende la noche,
entro
en su jardín diminuto.
¡Oh brisa que oreas
tálamo y llamas!
MIS CIEGOS OJOS
Mis ciegos ojos
van, adonde tú estás,
amiga mía.
No hay peligro
de mujer más hermosa,
deja el tocado.
No me demores
la salida, sal, ven,
rompe el pudor.
Mírame, como
una llama me abrasa
profundamente.
Y cómo se cimbrea,
y tan lenta camina
viniendo a mí.
ERA EL ESTÍO
Era el estío,
me tendía en el lecho
con tenue luz.
Vino hacia mí
desnuda, como Venus
surge del mar.
Y lentamente
en movimientos suaves
se me posó
Acariciándome,
buscando el acomodo,
como hembra en celo.
¡Qué bellos muslos!
¡Qué talle tan esbelto!
¡Qué lindos pechos!
Fuego cogía
oprimiendo mi cuerpo.
Vuela la noche.
El amor vino.
EXPANDE
Expande, mana, eleva
su aroma en mi jardín;
supliendo
al de la rosa.
Recatada durante el día,
se me abre suavemente
a la noche,
cuando a solas
quedo con ella.
¡Cómo siento
su carne sobre mí piel,
unidos siempre así,
ardiendo!
CRIATURA MÁGICA
Criatura mágica.
Imantado en tu gracia
paso las horas.
Sonrisa abierta.
Me llenan de alegría
tus besos rubios.
Fruta jugosa.
Tierno deseo aliento
y mi ardor crece.
Sed de mi sangre.
como cauce de río
me anego en ti.
Desnudo, mi pequeño
mundo se extiende.
Retenerte y morir.
ALIENTO
Aliento los latidos de sus pasos.
Mañana fresca
que no me rompa.
Dos hermanas,
laten cielos…Segovia.
Peñalara y Claveles,
de gozosos silencios.
Laguna de los Pájaros,
donde se queda echado el horizonte.
La roca,
y las nieves:
Un desierto de días,
lo eterno solo.
Aquí brotan los versos,
a dos de cinco del noventa y siete.
De testigos: Mi amor y el día
que me acompañan.
AUSENCIA
Mis ojos miran al atardecer
que tanto le gustaba.
Y pregunto
hablo
y el tiempo se detiene.
Quisiera que mis pies volasen
-como si el viento fuera un vagabundo-
con la fe de traerme nuevas
o, vislumbrar un rasgo
de su hermosura.
A DONDE TU ESTÁS
Por la calle Segovia
plaza Alamillo y las Vistillas:
Respiraba tristeza.
Y sus noches
aquellas noches
de sabor embrujado a Bagdad
y a Damasco ¿recuerdas?
se oscurecían.
Arrastrándose
despaciosas y silenciosas
con su temor oculto,
en las serpeantes callejas
del barrio de la morería.
DONDE QUIERA QUE MIRARA
Donde quiera que mirara.
En la sierra.
Cuando el paisaje
rompía toda común belleza,
dialogaba, mirando a mi lado;
como si estuviera.
En Cotorredondo.
Viendo el crepúsculo
de la ría de Vigo.
Su cuerpo contemplaba:
Cálido,
llameante, húmedo.
Y en las playas:
Revelarse su rostro
en las aguas.
Donde quiera que mirara.
De regreso.
Animoso corrí.
A la puerta las Bringas,
plaza Mayor,
arco de Cuchilleros
y calle de Toledo;
solo por respirar su aroma,
su perfume;
el olor de su cuerpo.
JOB
Abandonado,
yazgo en la cama.
Ante tanta desgracia de azar encadenado
familiares y amigos, ha tiempo se me fueron
y dolorosamente espero
viejo y lleno de días
mi último trance.
Pido a mí sino, no me restituya los bienes
ni me dé nuevo soplo,
y duerma para siempre,
en el silencio con luz de la muerte.
Toda mi vida ha sido un cúmulo
de concentración, paciencia,
y de perenne objeto de dolor.
También se muere la esperanza
aunque forjada, haya sido
en inclemencias tan adversas
que hasta la propia voluntad
plena en dominios se la
superaba.
¿A qué tanta exigencia, tantas pruebas y sacrificios?
¿A qué tanta talega llena de amarguras acumuladas,
cuando va y viene con el viento, la seca hoja.
DE LA GRAN SOLEDAD
De la gran soledad
de los grandes dioses
solitarios.
De los grandes dioses
prometeicos.
Y de la gran soledad
de aquel gran solitario
que salió
de la selva india.
O la de aquel
otro dios prometeico
que murió en Coyoacán
encadenado.
O este otro
inmolado
por los perros
en las montañas bolivianas.
Los anónimos.
Pobres criaturas.
A no tener su Caúcaso
su fin trágico,
no saldrán
en coplas ni romances;
y de sus vidas y sus muertes
serán:
Lentas y largas lavas
infinitas.
HABILÍSIMO SALTIMBANQUI
Habilísimo saltimbanqui.
Sin saber tocar ni bailar,
con historias y fantasías desenfadadas,
te me burlabas de las gentes.
Con la risa desvergonzada
entre lo serio y lo burlesco
para apartar de sí, la carencia,
te me burlabas de las gentes.
Ésa gloria de tu silencio
aromático y dulce como miel,
se fue desvaneciendo a modo a soplo,
entre las sombras de las gentes.
Con tu mueca a sonrisa,
prolongabas tu espectro
en la sombra y en el vacío,
sufriendo por las gentes.
Y ahora te me vas hundiendo
en la vejez, tan solo
desencantado de sobrevivirte,
llorando por la gentes.
BUENOS AMIGOS
Buenos amigos.
Brindar por Baco.
A entretener la marcha
hasta ser embargados.
Apuremos la vida
con el perfil alegre.
Solo la danza del sátiro salva.
Ebrios siempre.
.
DE LOS SABIOS Y DE LOS POETAS
Fulminarán, en un atardecer
con desolación áspera los mundos
de escoria y sombras,
como rol del destino
con insistente pesadilla
los sabios y los poetas.
La conciencia perdida
en los siglos y lejanías,
en donde ajenos, en su urna de artistas
lloran pretérito o futuro
como fósil historia
los sabios y los poetas.
Y siempre extraños
a los presentes nuevos vientos
que nos vienen cercanos,
ajenos a lo vivo,
para nada nos sirven
los sabios y los poetas.
Hombres del Sur,
no son espejos.
Son nubes blancas,
nada en concreto.
FIN. 1998.
Contactos: franfenoy@yahoo.es
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